lunes, 17 de diciembre de 2007

Por su insistencia.

Como sólo la imaginación sabe, como cuando mira a la memoria y crea así esas frases nuevas que llenan, de tinta fresca -nueva, joven siempre-, el papel seco en que se apoya. Como cuando el tiempo vuela dando forma a una vida nueva. Como se quiere lo que se ama o se huye de lo extraordinario en una vida anodina. Como la extrañeza de lo cotidiano cuando por fin miras con nuevos ojos. Como matemáticas en papel, como una novela acabada o un poema con ritmo. Como tantas otras cosas.





Quizás sea el momento, la identidad, la visión o la reflexión imaginativa que nos cuenta. Quizás el lenguaje, pudiera ser la imagen. Puede que sea el olvido.






El olvido,

...es entonces cuando la memoria se queja y la imaginación despierta con frases frescas -como jóvenes promesas-, haciendo que el tiempo se olvide creando una cotidianeidad extraordinaria en una vida anodina, con una métrica nueva que rompe la geometría aparente de una identidad sin lenguaje, donde con la extrañeza del que estrena identidad nueva, huye de la imagen vieja en busca de lo desconocido. Como el tiempo que olvido y como el humo que veo. Así es la geometría de los sentidos.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Silenciado en la espera.

Cuánta dicha ha quedado en la mañana fría que renace cada día. Cómo son ahora esas miradas. Cómo suenan las palabras no pronunciadas y cómo saben los silencios de la muchedumbre ausente que no habla. Quizás obsesione pronunciar la silueta retirada que no huye por no poder casi ni mirarla. Puede ser que se sepa cómo gusta ausentar la torpona luz que arroja su entornada sonrisa inapreciada. Tendrían muchas letras que presentarse como si nada, para alcanzar a sentir ese lejano sueño casi inventado que no puedes lograr siquiera a sospechar en el dichoso porvenir entrelazado. Tendríamos tantas cosas que callar...




Hoy amanece casi sin querer y estamos puestos hasta arriba de sonidos que nos callan, nos ausentan y retienen como lunáticos mendigos y apegados. Sólo la presencia del silencio, nos deja sospechar la ausencia de verdad que hay en la alfombra de esos sueños incompletos aunque acabados. Sólo la luz de su mirada podría entregarnos a sus sueños que se sospechan sin diluirse y que ausenta la carga entorpecida de una retórica ganada que no puede entristecer porque se vuelva.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Soledad.

Jorge Drexler y María Rita.


12 segundos de oscuridad

lunes, 3 de diciembre de 2007

Como todas las mañanas.

Érase una vez un chico inditex que iba en el metro como sardina en lata para poder llegar a tiempo a su puesto de trabajo.

Se levantaba, desayunaba y una vez aseado, se ponía el traje y corría y corría para enlatarse de nuevo. En el metro se movía como en su salsa; vaya, que estaba como pez en el agua. Sabía escoger un lugar estratégico en el andén para después -disimuladamente-, dejarse succionar por la masa informe que se arrepentía de no haber hecho caso antes a su despertador.

Tras unos pocos suspiros, muchos apretones e incluso algún que otro empujón de gente despistada, que -por su estatura o por la de los demás-, no alcanzó a ver que era su turno de salida, nuestro amigo se dejaba de nuevo despedir, esta vez hacia las mecánicas escaleras que como un dragón hambriento se apresuraban a desplazar de abajo a arriba a diestro y siniestro transeúnte que se asomara.

Estación de Príncipe Pío, Madrid.


Cuando por fin veía la luz, buscaba con la mano en su bolsillo un cigarrillo que llevarse a la boca, de manera que al alcanzar sus pies la calle, tenía ya bien avanzado el consumo del filtro. Las últimas caladas nunca las disfrutaba. Ya estaba en la oficina y tenía que apagar.

Tras los saludos oportunos a la recepcionista y al guardia de seguridad del edificio, y ya en el ascensor que le desplazaba a la octava planta, intentaba recordar en qué quedó su última salida -todo un fin de semana antes- mientras observaba las ojeras del personal que iba quedando en las primeras siete plantas.

Después todo era sentarse ante el PC y esperar a que terminara la jornada.





domingo, 25 de noviembre de 2007

No quiero perdérmelo.

Warhol sobre Warhol (La Casa encendida)

Fecha: Del 23 de noviembre de 2007 al 20 de enero de 2008 (excepto los días 24, 25 y 31 de diciembre y 1 de enero)
Horario:De 10.00h a 22.00h
ENTRADA GRATUITA
C/Ronda Valencia, 2
28012 Madrid.
T 91 602 46 41

sábado, 17 de noviembre de 2007

Aproximándolo todo.

Miraba el teclado. Sus manos sobre diez letras. Ante lo indoloro, ante la soledad de su ordenador. Miraba hacia atrás, miraba su pasado. Pensaba en su último amor, en el anterior. Buscaba un tema que no podía encontrar. Ahora observaba el humo que traslucía la pantalla de su ordenador. Revolvía entre los recuerdos de su infancia, entre los escombros de una muerte, pero estaba solo. Sólo escuchaba una frase que tenía como clavada en el corazón y sentía la necesidad imperiosa de escribir para lograr olvidarla. Le mataba, le entumecía los dedos y le paralizaba. Lo intentaba pero no podía más que dejar el tiempo pasar observando, releyendo un pasado, explorando su cotidianidad, queriendo escribir -quizás sobre el tiempo, sus sueños o su mirada-, pero olvidando, que era -a fin de cuentas-, lo que supo que algún día lograría.Todos se habían ido alejando. Mientras, el fuego ardía consumiendo el cilindro americano. Él no se terminaba de disgustar, en el fondo su mejor amiga siempre fue la soledad y muchas veces se recluía con ella estando rodeado, oyendo risas, tomando copas, incluso conversando, pero aburrido.



viernes, 9 de noviembre de 2007

Sueño de una noche con una muerte anunciada.

Encerrado en mi habitación oigo el gemido de una muerte. Una muerte que amenaza con paso firme, decidido. En la cruzada de una lucha ya anunciada que se acerca hoy con ventaja, que no teme, que no asusta desventurada en la ficción de una mañana caducada en un tiempo que te limita y que no cesa.



Encerrado en mi habitación oigo un gemido de una vida que agoniza. Que no cede por no quedar sola y que no lucha por no anunciar su cruzada. En desventaja se aleja, perenne de su tiempo, en una ficción que cuenta con desventaja por no ser más limitada.

Encerrado en mi habitación oigo una vida que se desgasta. Que no pesa cuando no huye y que no sufre si no la miran. Que cuando puede descansa en una mirada inocente de otro tiempo que la desgaja y que no sufre el descrédito de su tiempo porque la duermen acomplejada.

Encerrado en mi habitación intuyo el tiempo que nos persigue, acelerado, entumecido. Que sólo piensa en su sonido. Que no descansa, que no se muere sino que mata. Que no termina y que limita y no abandona y sólo sueña con darnos caza.

domingo, 4 de noviembre de 2007

«Gato» está creciendo.




Pasando entre los dedos de sus manos. Viendo cómo se escapa de su destino. Así se sentía Gato cuando descubrió lo difícil que era hacerse a los rápidos cambios a los que se veía sometido desde hacía unas semanas. En realidad no sabía bien desde qué momento ya no era el mismo. Miraba hacia atrás y descubría que ya no solía meterse en todos los jaleos. Ya no era el centro de atención en aquellas cenas familiares en las que sus comentarios en las conversaciones de los adultos eran recibidas con carcajadas. Antes si había una pelea en clase, él estaba de por medio seguro. Antes, si sus amigos del barrio planeaban alguna trastada a las niñas, él era el cerebro de la operación. Quizás estuviese madurando, y no había leido ni oido antes cómo debería madurar, no existían manuales ni tiempos, no podía suponer que eso era normal, no podía dar crédito a que escuchar a una chica de su edad podría llegar a ser hasta agradable. Ahora sentía cómo se le escapaba el tiempo, había tanto que hacer, tanto que decir...

...y no podía compatibilizarlo con su destino soñado.


Martí Bofarull. Met Life. Técnica mixta s/madera81 x 81 cms.

lunes, 29 de octubre de 2007

Otra tragedia.

«Dos tragedias hay en la vida: una no lograr aquello que ansía el corazón, la otra es lograrlo» (George Bernard Shaw).



Quizá te las envíe porque no quiera que me olvides.
Quizá porque te quiera o porque no quiera que me quieras.
Será para decirte lo que no puedo decirte, o porque no olvides
que me gusta que me digas que hasta en sueños te recuerda
esa sonata que, risueña, dice que quiere que me muera.
Aunque luego ya me olvides, aunque no llores, aunque no quieras.
Aunque me mires disgustada porque ya no es ese día.
Porque estoy preparado para no evitarte que la veas,
porque ahora ya navego y en mi ruta estará ella.
Porque ando preparado para que de nuevo, llegue a mí otra tragedia.

sábado, 27 de octubre de 2007

Como un canto.


Lejanos susurros que campean junto al viento. Millones de luces que piden despertar, que sueñan y ruegan, que cantan y vuelan. Son luces y sueños que asoman y cantan.


De un tiempo a esta parte, podrían decir que fueron sueños locos que venían y se iban entornando el futuro. Que cantaron y jugaron entre la multitud pasajera de los sueños. Que mostraron un reflejo, que cantaron una vida.

Están como un saberse querido que no pasa y que ausente no deja, y que vive como un hilo de blues tarareado en la cabeza entre multitudes tempraneras, dormidas; que corren, se sientan, que miran y duermen por no llegar tarde. No preocupan, no pasan. Sólo están, aunque ausentes.

Recordado a tiempo, resurge lejano y sin miedo y con aire renovado que se acerca sigiloso y sólo te nombra y ahí queda. Te mira y sin huirlo recuerdas cuando lo viste sin soñarlo, sin poder hacer nada. Suplica y no quiere. Son sólo susurros que desde la lejanía te piden que vuelvas. Que no te pares y cantes.



Si se calla el cantor. Mercedes Sosa con Atahualpa Yupanqui





lunes, 15 de octubre de 2007

Dulce Condena.

Mirador de Vallecas.


Hoy sólo quería escribir un recuerdo. Hoy quería haber mirado atrás.
Pero no puedo, únicamente dejo esta canción.



Andrelo, siempre Andrelo...

Una oportunidad más.

No importan los problemas.

Esta sí es una dulce condena.

sábado, 13 de octubre de 2007

Aquel octubre.

Y al tiempo reparé en su mirada,
viva, fija como la luna,
gran pradera,
sueño que a mí me nubla.

Ahí siempre estaba
puntual como el amanecer,
esa mirada hermosa
que pretendí poseer.

Inquieta como las nubes
me preguntaba:
¡vaya si preguntaba!
¿cómo te llamas?

¿Yo...? Tú -me decía-.
...Soy quien te contempla,
quien se admira,
quien te observa...

Supe que no volvería a tenerla,
esa mirada que me seguía,
penetrante, pura y blanca,
aquella me poseía.

Luna, fija e inquieta,
bella, siempre mirada.
Sólo eso, una mirada.


lunes, 1 de octubre de 2007

Péndelred I.

Hace algún tiempo, en mis primeros años de universitario -joe, qué poco me gusta tener que hablar de esta época en pasado-, me aburría un montón en clase. La asignatura se llamaba Derecho Sindical I y me apasionaba. Lo que la hacía absolutamente aburrida era la profesora que impartía esta exquisitez. Hasta un par de años más tarde, no descubrió que lo suyo no era el magisterio. A lo que iba que me enrollo más que una persiana. Resulta que me aburría mucho. La profesora repetía una y otra vez la misma idea educadamente alentada por las niñas de la primera fila que, repitiendo sus mismas palabras inconexas pero en acción interrogativa, cuestionaban si habían apuntado bien el concepto que la pobre profesora había intentado balbucear. Con un poco de sentido común uno había escuchado y traducido para sí y para los compañeros que lo rodeaban, el intento de concepto sindical o lo que se tratase -no sin esfuerzo- y lo había plasmado en ese folio numerado con fecha e iniciales que tenía delante de sí, sobre el pupitre. Bueno, el caso es que mientras la buena mujer repetía o más bien intentaba repetir -no siempre con éxito- lo anteriormente dicho, yo desconectaba y me disponía a dibujar en el largo tablero monigotes, caricaturas y demás bobadas con mi gran amigo Beto, mientras otros como Camacho, leían (y comentaban) la prensa del día.


Así fue como nacieron Péndelred el pirata y otros personajes de cómic, de una sociedad -Rocin Comic´s- que con esperanzas de publicar algún día sigue con sus dimes y diretes reuniéndose de vez en cuando, aunque dibujando cada vez menos. He aquí la portada del futuro-gran-éxito-mundial-traducido-a-mil-idiomas-y-adorado-por-todo-quisqui.



En su día le prometí a Beto concluir mi parte del primer libro, aún le falta color a mucho y tinta a más, pero Beto sabe que algún día lo terminaré. Hoy renuevo mi promesa.


domingo, 23 de septiembre de 2007

Oportunidades.


¡Cuántas veces lo habrá leído!

Sigue la corriente del río, mira su reflejo.

Es un halago saber que sin ser pez de río, alguien te ofrece una oportunidad así.

Al recordar su primer día se echa a reír. Recuerda su vergüenza, sus miedos. Ahora se ríe. Sólo necesitó algo más de seguridad, un poco de menos prisas, una sonrisa. Llamémosle Tiempo. El Tiempo es muy sabio. Según transcurre te ofrece con sus manos abiertas todo lo que vas necesitando.

Ayer estaba con unos amigos en la montaña. Atravesábamos una cueva dolomítica con rocas carbonatadas y alguien preguntó la diferencia entre abrazar y apoyar. Primero me vino a la mente que abrazar es ofrecer los brazos, estrecharlos; y que apoyar es dar descanso, servir de sustento. Parece una perogrullada, pero a mí me hizo pensar.

En el río no sólo hay agua que fluye, como en la mar no es todo espuma salada que bate contra las rocas. Para saber cuánto más hay en uno y otro, tienes que zambullirte, empaparte y ahondar entre las fluviales corrientes.


martes, 11 de septiembre de 2007

Serenidad, recuerdo de J. Hierro.


Ya se que es al muerto
a quien te debes, serenidad.
Pero cuando mi nave zozobra,
has de poseerme.
Para que no pierda el mando
ni me pierda en la muerte.

Ya se que debo pedir lucha
porque aún estoy vivo.
Pero cuando mi nave zozobra
-al comenzar la lucha-
para que no pierda el mando
mi alma debe ser tuya.

Ya se que hay más que te desean.
Por no saber lo que buscan.
Pero cuando mi nave zozobra,
yo te necesito
para que no pierda el mando
y vuelva a luchar en mi sitio.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Estados de ánimo II: Desesperados.

Aquí estamos...
...otra vez
-cuando creí tener...
...yo fe-
yo conmigo, con mi fe...
...de amigo.

Ya no queda nada,
todo lo que esperaba...
...se fue.

Ahora sólo nos escuchamos
yo y mi pobre...
...sed.

Incrédulo,
cobarde,
¡ya ves!

viernes, 31 de agosto de 2007

Una puerta al pasado que se entorna.

Añoranza. No, esa no es la palabra. Son sólo recuerdos de una noche. Una noche como vivió tantas. Una noche que empezó como muchas otras que hubo antes, y que no volvieron nunca más. Una noche que cambió una vida... Regresa ahora a su mente. Son sólo recuerdos, recuerdos de una fría noche de diciembre.

Fe helada en el tiempo, de camino a su casa recordando aquellas sabias palabras de un escritor francés, en boca de otro hombre de mundo, en la más absoluta oscuridad. Aquellas que dieron alas para que, adormecido, pudiera empapar con sus labios las melosas nueces preparadas con amor.



Un blanco coche con tarifa nocturna. Directo al jaleo, confusión y luego silencio. Una semana intentando olvidar el pasado, tumbado, escribiendo y sin ganas de leer. Música en la blancura, una estampa con toledanos; cuestionando la vida, esperando dar más vida. Vías, tubos, olor a suero. Fríos recuerdos de un diciembre como otros muchos, muy distinto. Recuerdos que dormidos resurgen como lejanos, sin que los quiera rememorar. Añoranza de una tintada noche de diciembre que no deseaba revivir, que pasó y que no puede olvidar, que supuso un giro, que truncó una vida, marcándola para siempre.

Ahora aprende a distinguir entre la magia soñada y la mirada de su silueta. Recordar sus palabras con ese acento latino que no hubiera escuchado jamás. No se si mereció por eso la pena, porque esa tumbada semana, truncó un camino soñado que hoy añora y que nunca ya más será. Recuerdos, sólo son recuerdos de un pasado anterior, ya lejano, que casi olvidados ayer venían a su mente. Recuerdos fríos, tenues recuerdos. Sólo eso, una dura transgresión de lo vivido y de lo soñado. Sólo eso, recuerdos de un presente ya olvidado.

miércoles, 29 de agosto de 2007

El por qué de «Gato».

Gato sabía muy bien de la importancia de los «por-qués». Saber el «por-qué» de algo, te ayudaba a comprender la esencia del misterio. Todo siempre tiene un misterio -decía-, y resolver ese misterio es tan sencillo como averiguar su «por-qué». Gato recordaba muy bien el día que descubrió el misterio de los alfileres. Gato se preguntó «¿por-qué-los-alfileres?». Se pasó toda una mañana de julio observando coser a su abuela. Veía que antes de coserle el dobladillo de los pantalones a su hermano Miguelón, le ponía unos alfileres en la tela, mientras le decía todo lo que había crecido y estás dando el estirón, hasta dónde piensas llegar y también, te darás con el marco de la puerta o cómo se le pueden haber quedado cortos los pantalones nuevos a este chiquillo. Ese día Gato descubrió la esencia del alfiler. El alfiler tiene una punta que pincha. El alfiler es delgado, firme y cabezudo. El alfiler es muchas cosas y cada una tiene su «por-qué». Así todos esos «por-qué-s», conjuntamente, formaban la esencia del alfiler.

Por todo eso, lo primero que hacía Gato al comenzar las clases después del verano, era contar a sus nuevos compañeros el «por-qué» de Gato. Su nombre era Francisco, le llamaban Frank, pero sólo sus amigos del barrio le llamaban Gato. Gato era muchas cosa, pero muchas de las cosas que era Gato, también lo eran Tomás, Miguelón o el Largo. Por eso la esencia de Gato nunca sería un misterio, sólo había que averiguar el «por-qué».

sábado, 25 de agosto de 2007

Día a día.

No es de mi vivir de lo que te hablo.
Ni siquiera es mi querer el que te mira.
Es mi desear el que desea,
que estar siempre a tu lado quisiera.

Que te miro.
Que te observo.
Que no puedo decir nada.
Que deseo tener alas.

Un día te hablé.
Un día te miré.
Pero hoy sólo te deseo.
Hoy solo, ya no puedo.

Es en mi vivir donde quisiera
que no fuera el desear el que te mire,
sino el amar el que dijera:
vuelo con tus alas, mi poema.

Foto: La Creación. Miguel Ángel

jueves, 23 de agosto de 2007

Gato, cuentacuentos.

Un cuento moderno nunca puede empezar por «Había una vez...». Esto era lo único que tenía claro Francisco. Francisco, Frank -que era como le llamaba todo el mundo, excepto sus amigos del barrio, donde siempre sería Gato- sabía que de mayor sería escritor de cuentos y que ninguno empezaría por «Había una vez». Escribir cuentos -decía- es algo fantástico. Escribir cuentos supone abrir los ojos de aquí adentro y contar todo lo que ves. Narrar aventuras insospechadas, contar cómo un capitán marino puede salvar al mundo de un pulpo gigante. Narrar una batalla en primera persona. Hacer sentir que cualquier aventura puede ser real. Por eso si cuando cuentas un cuento empiezas por «Había una vez», o peor aún terminas por «...y comieron perdices», ya la has fastidiado. Así no se lo creerá nadie. y tu capitán dejaría de ser un héroe, y ningún niño con dos dedos de frente podría creérselo y entonces no se pasaría toda una semana jugando con el pulpo que podría ser, sin ir más lejos, cualquier cabo del puerto. Lo de los dos dedos de frente se lo había oído a Tomás. Tomás era su «mejor-amigo». Tomás tenía un papá muy diferente al de Gato. Tenía un trabajo muy importante y de vez en cuando soltaba ese estilo de frases. Frases como «tener dos dedos de frente» o «el menos común de los sentidos es el sentido común», eran frases que Gato sólo había escuchado a Tomás. Tomás decía que en la vida sólo triunfaban los que tenían dos dedos de frente, y que esto era así porque el menos común de los sentidos era el sentido común. Era por eso que Gato comprendía por qué tantos otros antes habían cometido el error de empezar sus cuentos por «había una vez..» y los habían terminado por «...y comieron perdices». Dos dedos en la frente no los tiene cualquiera -decía-.

viernes, 17 de agosto de 2007

A ti.


Ennio Morricone - Playing Love (BSO novecento, 1976).
A ti.
Tú no eres un sueño, lo sé.
Tú no eres un sueño porque
Sólo cuando me olvido de ti
Consigo dormirme agotado.

¿Qué hacías aquel veintidós en el pasillo?
Te lo diré. –Me mirabas.
Mirabas mis ojos que no pudiste evitar.
Me observabas mientras subía las escaleras hacia ti.
-Un paso, dos...
cada vez más cerca de ti.
-Tres, cuatro...
mis ojos te preguntaban qué tal te va;
me he fijado en ti; yo ya sé tu nombre;
...tonterías.
¿Deseabas decirme...?
-Cinco, seis...
demasiado
cerca, demasiado
tiempo. Incluso para una mirada (pasos...).
Demasiado tarde. Apartaste la vista. ¿Me amaste al menos
un segundo?
Yo sí te amé. Un segundo, pero te amé.
Luego te olvidé.
Yo aún te amo. No te puedo olvidar...¿Por qué te has ido?
¿Me has olvidado? Yo aún te amo.

Perdí mi oportunidad. Ya no te veo cada día.
-Ahora desearía, querría...

...deseo, quiero.
Saciarme de tu semblante al despertar.

Desde aquel lunes de examen
no te volví a ver.
Gracias por ese «hola» que
me dijiste ayer.

Puddle, M. C. Echer



jueves, 16 de agosto de 2007

Lejana, pero mirada.


Mira esa lejana mirada,
mira el lucero que brilla,
parece como un sueño, en que
el viento roza tu pupila,
haciéndote un guiño su brisa
negándose a verte, con una
cara larga y triste y postiza.

Mira esa lejana mirada,
mira ahora cómo te mira,
sientes que no queda nada,
entre un ahora y un enseguida,
al ver solitaria y tan fría,
negándose a verte,
con esa silueta y hermosa y erguida.

Mira esa lejana mirada,
que como el tiempo termina
en una canción desesperada,
por pasar ahora encendida
y aún empapada en la ría,
terminará por abrasarte
o en la mar, junto a la orilla.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Seis entradas y un premio.

Ésta es la séptima, y en ella hago de jurado del premio "Thinking Blogger Award". Este premio se concede a los cinco blogs que hacen pensar o sentir a los anteriores premiados. Mucho tengo que agradecer a Cristina -autora de «Palabras de Café»-, que no sólo me animó a empezar mi blog, sino que además ha tenido a bien premiar esta bitácora, cuando no es más que un proyecto, un blog neonato. Mil gracias.

Pués leidas las bases para premiar, que más adelante citaré para los nuevos agraciados, tengo que tomar una decisión. Pensar, a mi me hacen pensar muchos blogs, pero sólo está en mi mano conceder este premio a cinco.

1.-«El Lobo Feroz». "Por la Libertad, contra la dictadura del relativismo, el laicismo y todo lo políticamente correcto. No tengamos miedo, el único verdadero enemigo está dentro: que los buenos no hagan nada".

2.-«El Puñal de Príamo». "Astuta, por las tinieblas, girando el gozne, Tisbe sale y burla a los suyos y, cubierto su rostro, llega al túmulo, y bajo el árbol dicho se sienta. He aquí que llega una leona, de la reciente matanza de unas reses manchadas sus espumantes comisuras, que iba a deshacerse de su sed en la onda del vecino hontanar; a ella, de lejos, a los rayos de la luna, la babilonia Tisbe la ve, y con tímido pie huye a una oscura caverna y mientras huye, de su espalda resbalados, sus velos abandona".

3.-«Componiendo Poesía». "Dedicado a todos aquellos que con el arte de las palabras crean belleza y a los que tratamos de hacerlo".

4.-«El blog de Mariana». "Ad nauseam".

5.-«El Chico de la Chaqueta Azul». "Algunas cosas que hacen que la vida valga la pena".

A todos ellos mi enhorabuena y mi agradecimiento por ese ayudarme a pensar cada día un poco más.

Las bases para premiar son tan sólo tres:

1.- Si, y sólo si, alguien te da el premio escribe un post con los 5 blogs que te hacen pensar.

2.- Enlaza el post original para que la gente pueda encontrar el origen del premio.

3.- Opcional, enseña el botón del premio enlazando el post que has escrito dando tu premio.

Foto: Dante Pensando. Auguste Rodin.

Cuando recibí el premio, me pregunté Si este premio lo conceden los premiados, ¿quién originó el premio, quién lo inventó? Durante algunos segundos pensé en ir retrocediendo premiado a premiado hasta que caí en la cuenta de todo lo que podría llegar a tardar, así que fuí a nuestro amigo google y se lo pregunté. Éste me envió al un blog premiado con anterioridad que ya había hecho este trabajo por mí, observando que originalmente las bases para premiar eran distintas, y que alguien las modificó. Creo que están bien modificadas, pero yo -que soy algo tradicionalista- he optado por hacer un remix, y complacer a ambas versiones.

Una vez más, gracias Cristina.

sábado, 11 de agosto de 2007

Sueños que se sospechan. Hoy sin miradas.

Cuando no puedo mirarte, no te sospecho. El otro día tú me decías lo que escuchabas y no me di cuenta. Hoy he recordado lo que te dije en aquella carta de despedida. Ahora sé que no es un amigo. Ahora comprendo. Decirte lo que no quiero escribirte, ya sé que ya no es algo que tú quieras escuchar, porque lo deseaste antes y ahora ya es tarde. Y a mi ya no me importa, ahora soy yo el que te lo quiere decir y el que tratará de hacerlo.

Chinese Dancing, 1994-1996. Brice Mardem.

Es una pena que no te tenga cerca cuando estás triste, porque entonces es cuando te arrancas y cierras el trato y lagrimeas, y gimes disimulando que no te importa. Y me dices que soy la caña y que te hago sonreír, que tonto eres y estás de nuevo contenta y sonriente o quizá disimules y a mi me reconforta que te alegres. Pero eso, que a mi me gusta, no me sirve sólo. Yo quiero que con el tiempo conozca que durante -no una noche o una mañana-, sino a lo largo de toda una vida, he logrado hacer feliz a la persona que haya tratado de tratar cerrando un trato. Para que no tenga que escribirte tus palabras ya hechas mías, ni tú tengas que decirme que ídem como un regalo, sino que entonces pueda ser una mirada la que no diga lo que nos diga, o una pausa la que estirada ya ni pronuncie lo que sepamos que nos decimos.

martes, 7 de agosto de 2007

Del vuelo. Cómo saltar sin temer pisar de nuevo la cal.

Sólo quiero contar tres cosas que he recordado leyendo un comentario de una amiga a una de mis entradas; una anécdota, una definición y un pensamiento.

Recuerdo cuando en el colegio aprendíamos a hacer el triple salto de longitud. Estábamos todos expectantes, mirábamos a nuestro profesor de educación física con atención. Era un día especial, después de dar las tan detestadas cuatro vueltas de calentamiento en torno a la pista de atletismo, ese día nos pondríamos todos juntos -ya sudorosos- en deredor del hombre del chándal, que nos explicaría junto a la línea de meta, cómo se preparaba el salto. Algunos jugaban distraídos con la arena de playa, otros miraban el vuelo de algún ave, el resto veía ante sí cómo desde la arena debíamos andar dando grandes zancadas retrocediendo para medir las distancias. Teníamos que probar en carrera una y otra vez haciendo marca con la zapatilla en la tierra negra de la pista, hasta lograr averiguar dónde debía comenzar nuestro sprint hacia la línea que marcaba los tres últimos saltos. Primera carrera, primer salo y hemos sobrepasado por mucho la línea. Desandamos lo corrido volvemos a la marca, hacemos una nueva más cerca. Segunda carrera, segundo salto, y esta vez nos quedamos cortos. Desandamos –mirando hacia atrás-, volvemos a la marca, comparamos las dos anteriores y, recordando cuánto nos pasamos la primera vez y cuánto nos quedamos cortos la segunda, hacemos una nueva marca en el suelo. Tercer intento, cuarto, quinto, los que hagan falta. Esto me gusta, voy mejorando. Ahora que tengo la marca definitiva habrá que probar hasta lograr volar como nadie. Un salto dos saltos, tres saltos...

La definición también la aprendí en el colegio. Estudiaba octavo de EGB, era el primer día de la clase de historia. El profesor nos dictó: «Historia es el estudio del presente, a través del pasado».

Unos años más tarde me pregunto rememorando, cuántas oportunidades nos dará la vida para lograr volar como nadie. ¿Tendremos tan sólo una? Quizá sea así, de momento miro hacia atrás y cuento los pasos. Vuelvo donde empecé, hago una marca de salida nueva y vuelvo a intentarlo. Quizá cuando llegue a la arena me haya quedado corto o quizá haya pisado la línea de cal, pero en cualquier caso saltaré de nuevo, las veces que hagan falta...

...las veces que hagan falta, hasta lograr hacer historia.

jueves, 2 de agosto de 2007

Estamos en agosto, sólo puede ser eso.

Porque ningún pie me señala, porque ninguna mirada ya me habla. Porque el tiempo pasa cada vez más lento cada noche y el día queda entero ya vacío. Porque cuando hablo ya ni me escucho y cuando pienso ya no digo. Porque espero que me hables y me digas cada día, porque la bandeja de entrada esta vacía y no tengo su mirada.



Sun and moon. S. C. Escher

jueves, 26 de julio de 2007

Exposiciones en Madrid.

Un par de visitas obligadas para este verano en que estamos.
Hasta el 3 de septiembre en MNCARS (C/ Santa Isabel, 52): LE CORBUSIER, UN UNIVERSO POLIÉDRICO.

Le Corbusier, MANO ABIERTA


Hasta el 8 de septiembre en la Galería Malborough (C/ Orfila, 5): SUMER SHOW. SOBRE EL HUMOR. MADOZ, BACON, GORDILLO, VALDÉS, LEIRO...


Chema Madoz, Sin título (Clave de sol y aguja)

lunes, 16 de julio de 2007

Sueños que se escuchan. La espera.


«No estoy preparado». Son palabras duras cuando las escuchas. Escuchar un «no estoy preparado» conlleva ver romperse una ilusión, quizá un proyecto, un deseo que ahora era algo más que un deseo. «No estoy preparado». Son palabras duras cuando las pronuncias porque conllevan romper una ilusión, quizá un proyecto, un deseo que un día fue un algo en común.


«No estoy preparado». No son más que tres palabras, dichosas, que forman una frase -como tantas-. Ilusiones, proyectos, deseos; son mucho más que palabras, forman más que frases que se pronuncian o que se escuchan. Es algo que se sueña, que se espera o que se espera tener. Soñar es gratis, no cuesta. Esperar, sin embargo tiene en sí mismo un coste de oportunidad. Esperar tener, es una mezcla de un sueño que se espera o de una espera soñada.


«No estoy preparado» es una frase que atormenta, si no se espera y que entristece cuando se sueña. Sueña que esperas tener proyectos, que deseas soñar y al tiempo escuchar cómo se rompe en tu cabeza la espera a pronunciar un «no estoy preparado». Es algo más que algo triste que se sueña.


«No estoy preparado», no es más que un juicio de valor que se pretende, si no se tiene; que se sueña, si no se espera; y que atormenta, si no ilusiona.


Cómo decir que es algo más que un problema cuando se escucha, cuando se tiene y cuando se sueña a la vez, y no se sabe si es cierto aquello que se tiene o que se sueña y que proyecta una ilusión. Cómo decir sin que se mezclen los deseos e ilusiones, sin que se escuche que se pronuncia, o sin romper lo que sonó a dicho y que te duele que te atormente.
Foto: E.S. Dalí, Muchacha en la ventana

viernes, 13 de julio de 2007

Aquel maravilloso mundo.


Era otro mundo el que me retuvo. Estaba encerrado en él y por eso no llegué a verte. Era un mundo feliz o quizá triste, pero era distinto y eso me mantenía en él. Pasaba las páginas, inmerso, necesitaba saber. Gabriel volvía de nuevo. No miraba atrás. Yo sabía que lo conseguiría y volvería con Inés. Sabía que todo era verdadero y que se lo demostraría también a ella, como a mí ya me lo mostró.

Pasaban los segundos, los minutos. Una estación y otra. Ya no levantaba la vista para ver dónde me encontraba. No me importaba, sólo quería seguir aquel mundo donde yo podría ser -por qué no- el mismísimo protagonista.

Segundos por línea, milésimas por palabras que alimentaban la imaginación y nutrían mi hambriento cerebro, de aventuras insospechadas. Era un apoteosis que me endiosaba, me esperanzaba, me daba alas y me movía. Me movía los dedos que -tras humedecerse en la boca-, pasaban de escena en escena. Movían mis labios con sonrisas cómplices, cuanto querían. Movían mi tiempo que terco, no quería dejar de caminar. Movía en fin, mi vida. Mi vida en el metro dónde -leyendo-, me dejaba sin verte a ti, compañero de viaje.