miércoles, 31 de diciembre de 2008

El mejor regalo.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Escalera al cielo.

Led Zeppelin - Stairway to Heaven (.)

viernes, 5 de diciembre de 2008

Como saco sin fondo.


Como saco sin fondo, perdiendo toda esperanza. Aire viciado que asfixia como tiniebla que devora un ya pálido rayo de luz, antes esplendor de gozo de quienes aún conservaban algún resquicio de esperanza oculto tras ese corazón manchado del que ya no se orgullecían. Así avanzaba en su día, intentando olvidarse de todo, añorando conocer su destino.


Como se aventuró a creer que caminaba, cuando tan sólo había marcado el mapa de una tierra inexistente; así a cada minuto que seguía, y a cada segundo que paraba para mirar la senda avanzada, sólo le quedaba elegir la mejor manera de encontrar un silencio absoluto que quizá nunca encontraría y le supondría llenar un vacío de nada, porque como había leido, todo era nada y nada al fin y al cabo lo era todo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Me equivocaría otra vez.


Edward Hopper. Nighthawks, 1942. Oil on canvas; 33 1/8 x 60 in. (84.1 x 152.4 cm).


He pensado que la vida pudiera sólo consistir en aprender a elegir. Cada ocasión errada hace desaparecer una oportunidad. Cada ocasión nos tuerce o endereza -diría que siempre enreda un poco más- el camino, que es lo único que permanece ahí desde que nacemos hasta, posiblemente nuestros últimos segundos y que siempre -en cada segundo-, te obliga a elegir.


Una y otra vez. Y pasan, y pasan las oportunidades y cada una que ves escapar -y lo ves porque realmente es así, sino ni te enterarías de que pasaron ante ti-, cada una, la contemplas y reconoces en ella la mejor ocasión que has tenido y sabes que nunca más volverá a estar ahí porque ya se ha ido sin que tú hubieras elegido a tiempo.


Por todo ello miras el finito horizonte de tu sendero y sigues caminando despacio, a tu ritmo, en busca de una nueva excusa que te ayude a volver a equivocarte.

Ramón Casas. Madeleine, 1892. Óleo sobre lienzo. 117x90 cm

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Palabras en el olvido.


Caspar David Friedrich, Window looking over the park (1810 -1811).


A pesar de todo seguiré escribiendo a la espera. A la espera, al olvido y a la noche fría que sí espera. Y mientras sigan fluyendo palabras, sabré que aún espero. Aunque sea un último aliento, aunque sea sólo un suspiro, será que seguiré estando vivo.

Miro el papel y veo letras nuevas. Miro la tinta -aún fresca- y la arrastro con un dedo. Queda la marca violenta de una palabra llorosa y triste que balbucea. Balbucea y queda a la espera de que la leas y quieras saber por qué está triste si junto a ella hay un verbo que la da vida y un adjetivo que la presenta. Si tiene un determinante que nos explica que la acompaña y la dignifica. ¿Acaso no sabe vivir lo que tiene, disfrutar de su esencia, compartir su existencia? Quizás no sepa su significado y sólo mire su sombra, afectada. Sombra que el dedo dejó, marcándola para siempre y olvidando que fue escrita ahí para que alguien la lea y no olvide un recado o memorice una frase, quizás un poema. Olvidando que provocará alegría o angustia por culpa de un malentendido. Que será el sujeto de una frase de amor o de una carta de despedida. Que después de leerla quizás alguien suspire, otros sonrían o quizá olviden. Puede que sea cierto que está triste. Puede que sea cierto que nunca sabrá por qué fue escrita, incluso puede que nadie la lea. Pero aún será cierta su permanencia y su recado. Será reflejo de una mano, de un pensamiento.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Locuras.

Qué locuras. Hoy una canción.

Mad World, Gary Jules. Trading Snakeoil For Wolftickets 2003.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Retomando el camino.


Mar de hielo (1823-24) de Caspar David Friedrich (1774-1840)

Entre tanto pensaba en escribir algo nuevo. Pero recordando creo que me repetiría. Así que pinchamos aquí primero, luego aquí, leemos esto de Machado y listo.

sábado, 25 de octubre de 2008

Las oportunidades.

¿Será que he perdido tantas oportunidades que no lograré jamás alcanzar esa, mi meta?-

»Se preguntaba eso porque temía no volver a tener esa oportunidad de nuevo. Lo peor es que era cierto, jamás volvería a estar en una encrucijada que le permitiese un cambio como el que hubiera supuesto acertar hoy.

»Esteban era un joven bastante obstinado. No pensaba nunca nada dos veces si no era necesario. Sabía en todo momento cómo debía actuar. Ahora después de mucho tiempo –quizás desde la niñez-, volvía a tener miedo. Temía haberse equivocado.

«Cometí un error». Sólo pensar en ello, le hacía temblar. Se había preparado durante muchos años para conseguir ser el mejor y hoy, había cometido el mayor error de su vida. Dejó que se escapara como entre sus dedos la mayor oportunidad que jamás hubiera soñado, y lo hizo sin hacer nada. Pudo haber actuado diferente. Pudo no haber quedado paralizado ante una situación esperada durante tanto tiempo y que sólo ahora era capaz de comprender, de entender que nunca más volvería.

»Siempre pude hacer más, siempre pude haber renunciado a algo más de mí. Este es mi castigo. Cada día, cada segundo, siempre pude haber entregado un segundo más de atención, un segundo más de disciplina, un segundo más de…

«Déjalo Esteban, no te culpes más. No lo hubieras conseguido».

»Siempre, siempre se puede hacer más. Hoy no iba a ser una excepción.

«Esteban, piensa que si te duele, es que estás vivo.




Las Oportunidades (El Cantante, 2004).
Andrés Calamaro.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Una clara sombra.


Como cuando miras con los ojos cerrados y sólo te queda escuchar el silencio que se respira. Y entonces quisieras poder seguir el ritmo del pálpito que -lento-, se aquieta por saber que nunca podrá sentir el tacto de la nada que lo rodea; y ahora se muere. Y miras de nuevo en busca de un árbol tullido que no sepa dar sombra, para que abrazados, logréis dar refresco a la roca más dura, esa roca olvidada.

La pena se olvida al entrar en primavera, como cuando miras con los ojos cerrados y sólo te queda escuchar el silencio querido que no estuvo, al sentirte frío.

Out of the blue (Capitalismo popular).
Óleo sobre lienzo 190x120 cm, 2008
Chema Cobo.

domingo, 5 de octubre de 2008

Sin retorno.

Y a lo lejos sonaban los timbres –eco lleno de esperaza-, lejos ya de la muchedumbre. Atrás quedaron los sonidos turbulentos de los vehículos que resecaban el ambiente, los silbidos que daban caza a la vida acercándola -cuando menos- a la muerte. Cada minuto, segundo tras segundo, más cerca del descanso propio de la paz. Empezaban a olvidar esos días de escasez que aún les perseguían pero pronto iban a terminar. Hace días que no importaba la escasez de alimentos entorno a la esperanza contrastada del fin de la batalla.Todo parecía un sueño y el pasado, un vago recuerdo que olvidar, entorno, apasionadamente. Sin retorno.



Sting & The Police - Roxanne

sábado, 20 de septiembre de 2008

Matar al Cartero.

Matar al Cartero, Pereza.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Haría mejor en callar.

Haría mejor en callar, en no levantar la voz. Así entre silbidos, como si no lo dijese nadie. Sería una buena manera de darte cuenta. Sería un detalle que lo pensases, aunque sólo fuese una vez, un instante, a solas contigo. Cualquier día, hoy o mañana, no me importa. Sólo necesito que lo pienses una vez, que dudes y te preguntes qué quieres.



















Siempre he visto rostros desconocidos y me preguntaba dónde estarías. Si tú también buscarías, si te habrías perdido. Piénsalo, sólo un segundo, aunque ya no sigas leyendo, piénsalo una vez, al menos una.

Hasta hoy han sido muchas caras, muchas calles solitarias y vacías, repletas de multitud jadeante y ahí -hasta hoy-, he buscado. Sueños de noches, de muchas noches y muchos días; y ahora quiero saber si te he encontrado, aunque tú aún no lo sepas o quizás sí lo intuyas. Agrandarás un día un mundo y quiero que sea este. Porque lo creo, porque nunca supe cuál era y hoy sé que aun pudo ser temprana la espera.

Haría mejor en callar, en no resonar insistente. Sé que haría mejor en no decir nada y por eso sé que no lo digo, aunque tú creas que lo habré dicho y no pienses en que te estoy buscando. No sé si quisiste ser aquél acento que me dejé olvidado. Pudiste ser ese reflejo que un día conocí, pero el tiempo y tú me dijiste que no, que no lo eras, no.

Haría mejor en callar como calla quien no añade nada, pero no quiero. Las calles aparentan tener cada vez más, y están más huecas, y no pararé hasta encontrar tu eco. Sería tan fácil que tú también buscases, que mirases en silencio y no dijeras nada y lo dijeras todo, como a cámara lenta, como la manzana que estalla despacio en una milésima de segundo, pasando desapercivida.

Como mostrando tu viejo pañuelo de cachemir que me hiciste recordar en tus palabras mostrando un pasado y no callase, que no fuera un rostro desconocido en una calle vacía, aunque lo pensases en silencio sin que resonara en voz alta por culpa de unos silvidos. Así sería mejor que callásemos diciéndolo todo y pensándolo en voz alta mientras se escapa el humo de un nuevo cigarro.

Bala pasando a través de una manzana,
Harold Eugene Edgerton (Fremont, 1903- id., 1990).

viernes, 12 de septiembre de 2008

Luces y claros.

Cuando no son los colores los que alumbran,
ni tampoco las miradas las que brillan,
corren tiempos escasos de alegría
que inundan las paredes de la vida.

Cuando faltan luces en la luna y no ve nada quien camina,
cuando se acerca la noche y se marchita el día,
comienza el tiempo lento que nos enfría.

Corrió la lluvia dibujándolo todo.
Llovieron días que tintaron con sus gotas los campos, todos llenos de alegría,
pero también fueron ellos quienes gritaron que además, de tragedia
están pintados nuestros días.



La despedida de Héctor y Andrómaca (Giorgio de Chirico, 1917)

domingo, 31 de agosto de 2008

Descubriendo.

Lunch on a skyscraper, 1932, Charles Ebbets.

Y se encontraba ausente por no encontrar tu mirada. Ausente por no poder escuchar tu voz, ni poder leer tus palabras.

Seguir descubriéndote, seguir caminando, a cámara lenta, como quien juega a imitar a un robot, o como el adulto que lo observa, alegre, divertido. Conociéndote y reconociéndose. Leyéndote en el periódico, agarrándote y anudándote, concatenado a la novedad -ahora ausente- de tu sonrisa.

Queriéndose mejorar, para poder estar cerca de las líneas amasadas con tus manos. Pensando cómo olvidaría si hubiese que hacerlo por encontrarse fuera del escenario. Como un mantel sin migas, durante sólo una décima de segundo, como quien no bate el récord del mundo por verse atragantado y ya no sabe contra quién lucha. Como quien a punto de coronar, sufre un ataque de vértigo. Como un soldado que no ha probado la sal de mar y descubre en la encrucijada el miedo a la victoria.

Se encontraba como ausente entre una inmensidad lograda de una semilla de recreo en una bandeja de plata, camuflada entre el silencio que recreaba, mientras hacía del mundo un sueño interrumpido por un golpe de suerte.

sábado, 30 de agosto de 2008

Vuelve!

viernes, 22 de agosto de 2008

Ya con la taza vacía.

La voz vieja y desgastada. Con el corazón casi como una piedra. En la quietud de una tarde, como en la soledad de los recuerdos que a poco son olvido. Así recordaba sus palabras. Como con quejas, como no queriendo escuchar por no retornar sobre sus pasos. Supuso que era así como pasaría.

Se levantó y abandonó la misma mesa del café donde se conocieron por primera vez. Aún tenía presente el recuerdo de aquella noche en que supo descubrir su mirada entre la gente.




Recordaba que llevaba ahí toda la tarde, sentado, pensando sobre un taburete oscuro junto con su taza manchada, contemplando a la gente al entrar. Era algo que acostumbraba a hacer todos los sábados cuando no había descansado la noche anterior. Levantó la frente y creyó verla, apoyada en la puerta, como quien yace a la espera del olvido. Aún conservaba su sonrisa de tres dientes cuando ojeaba las páginas que la trasportaban hasta dejarla ausente. El contraste de la mañana inundando la entrada le cegó por un momento. Fue entonces cuando supo que su ausencia lo había matado.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Como quien da un refresco.

Me detengo en las miradas,
me escapo detrás.
Son como bandadas de grises palomas;
azules, rojas, de todos los colores.
Sólo busco refrescar estos calores.
Me detengo en las miradas.

Con los ojos que me miran
me puedo escapar,
sólo busco fijar esos vivos momentos.
Miradas limpias o pálidas miradas,
sólo busco alegrarme la mañana.

Te confieso que no atino
a encontrar la calma;
nada ansío más,
y es lo que menos tengo.

Se va el alma silenciosa
por la ventana,
detrás de algunos ojos azul sediento.
¡Ay! del que se enamora hasta en un desierto.
Dame descanso
como quien da un refresco.

Tu mirada vuela;
vuela, calma, vuela.
En las calles es una flecha
que alivia el tiempo de los poetas.

Me detengo en las miradas,
me escapo detrás.
Busco en ese mar de miradas perdidas;
azules, verdes, de todos los colores.
Son tan libres como libres son los hombres.
Me detengo en las miradas.

Que el amanecer me encuentra
siempre despierto,
que me desvela el hambre que de ti tengo.
Se va el alma silenciosa por la ventana,
se va detrás del lucero de la mañana.
Dame descanso como quien da un cigarro.

Tu mirada vuela;
vuela negra, vuela.
En las calles es una flecha
que alivia el tiempo de los poetas.

Tu mirada vuela;
vuela negra, vuela.
Es la flecha que hiere el tiempo,
que lo detiene, que lo hace espeso,
que lo detiene, que lo hace eterno.
Tu mirada.



Como quien da un refresco.
Manolo García (Arena en los bolsillos).

martes, 5 de agosto de 2008

Silencio, lo oyes?

Todo parecía haber enmudecido. Quizás fuera sólo una apariencia, pero el silencio que se escuchaba parecía algo más que silencio. Fue creciendo poco a poco. Primero fueron las voces que se callaron. Luego fue la música propia de la naturaleza. Callaron las alondras, los pinzones y los gorriones. Les siguieron unos gatos hambrientos que maullaban al son de unos tacones que se alejaban. La lluvia dejó de caer y al poco, silenció su voz el viento. Todo estaba entonces en calma. Permaneció un instante inmóvil por no romper él la calma. Disfrutó unos segundos, casi llegó al minuto antes de que su torpe garganta carraspease. Entonces conoció la grandeza de aquella ausencia no soñada que traería consigo la calma mientras no fuera ni tan siquiera él quien la ahuyentase.



Todo parecía haber enmudecido y fue así como aprendió a escuchar lo que realmente merecía ser escuchado.

martes, 8 de julio de 2008

Una buena mañana.

Así, yendo despacio, como tú sabes. Lentamente, concentrado en transmitirlo todo. Sin miedo, sin pausa, con buena letra. Hay días que quieres darlo todo y no puedes. Que tienes todo y no sabes nada. Hay días que querrías hacer de todo un algo más sencillo, que no cuesta nada entender, que no tienes preguntas que responder.

Moldeado en el tiempo encuentras un nuevo espacio en blanco al que no quieres dejar de dar color. Aunque no se deje, aunque le cueste. Sabes que no tiene más sentido así, sin nada, con todo en blanco. Y no se queja.

Siempre despacio y con suave esmero, queriendo darlo todo en cada instante. Como tú sabes, como tú quieres. Triunfando con esa sonata cálida que deja a su paso. Con mucho cariño, despacio, apagando las velas antes de marchar y limpiándolo todo antes de cerrar.

No dejes de pensarlo, no dejes de extrañar, ni de soñar. A ese ritmo lo lograrás.


(M. C Escher, Litografía, 1956).

viernes, 27 de junio de 2008

Porque los héroes también se equivocan.

Horóscopo, Pereza. Concierto acústico Sala Tívoli Barcelona 2007

viernes, 20 de junio de 2008

Fue una clara tarde, quizás la primera.

Como aquel viernes que consiguió salir de la oficina por fin a las seis en punto, recordaba el paseo en el metro leyendo a esa escritora inglesa del siglo anterior, como un ángel caído. Se dirigía a casa cuando otro escritor le vino a la mente. Éste, más retorcido cuanto más tardío, era el próximo reto a investigar, del que aprender mientras se paseaba cada mañana, apretado, empapado en el amarillento calor humano de un suburbano abarrotado y vacío al mismo tiempo. Entonces recordó que salió hoy más temprano.

Y miró su marca-páginas-plano-de-metro-viejo, que no necesitaba mucho para morir en manos infantiles o simplemente menos cuidadosas. Si se apeaba en el próximo agujero amplio, podría cambiar su trayecto y realizar uno mucho más digno de aquella inglesa. Así que sin dilación, levantó su mirada de las letras para atravesar el portón que le volvía a su siglo. Y como aquel epicúreo que haciéndose pasar por griego acabó, como muerto de circo, cambió de andén, de línea y de vagón y en unas pocas paradas se encontró ante un inmenso mundo de libros que lo contemplaban. Todos esperaban su momento ilusionados, sabiendo que no todos tendrían tiempo para más que una simple ojeada y se tendrían -orgullosos ellos-, por afortunados, concienciados incluso de que algunos, los que más, no tendrían ni eso.

Pronto encontró el que buscaba y se le vinieron como un alud otros muchos que sin orden, sin formar, y provocando una sabrosa tentación le rodaron amordazándolo como reo que no puede más que pensar.

Y tras una impetuosa lucha de poder, aunque sin llegar a las manos (sólo un corte por descuido y prisas), por fin salió con su olor a nuevas narraciones en su bolsa y con ese deje propio del café en la boca, deseoso de llegar a casa para quemar este siglo.


sábado, 24 de mayo de 2008

Después de tanto, tan poco.

Y hacía tiempo que no escribía y lo echaba de menos. Pensaba en el recuerdo de unas letras pasadas que ya no podía volver a escribir porque ya las había escrito. Y pensaba que ya no tenía tiempo para poder sentarse ante el teclado, ni con su pluma, ni tan siquiera memorizando palabras en la calle para luego plasmarlas en el papel. Todo era como una pesadilla no soñada que perseguía su mente confusa mientras cohibían su creatividad con más y más palabras huecas que no le decían nada. Y no dejó de leer cada día, pero no podía más que leer, que no era poco, pero no le sabía suficiente. Por fin un día, tras comer, leyó y escribió algunas letras alborotadas que sin decir mucho resumían lo que pensaba, por no saber pensar en otra cosa.

domingo, 11 de mayo de 2008

Aunque tú no lo sepas.

Enrique Urquijo y los problemas - Aunque tu no lo sepas

viernes, 2 de mayo de 2008

2 de Mayo.


A los héroes del 2 de mayo de 1.808

sábado, 12 de abril de 2008

Frío.

De pronto -pensando en el olvido-, escuchó un fuerte estruendo, como el rugir de un artefacto. Aún estaban lejos las explosiones. ¿Tendría tiempo de decidir? Parecía temprano, no le dió tiempo ni al encuentro al acostarse. Golpe a golpe se acercaban acechando su lecho los sonidos brutales de la guerra.

Cada minuto estallaban más cerca. Primero cerró los ojos, luego se secó la frente. No sabía qué debía hacer. No comprendía ese estupor del ambiente que respiraba en su espacio. Todo parecía en orden, pero la lucha estaba más cerca. Sólo veía el recuerdo de la noche, el tiempo del olvido. La boca seca, las manos frías.




Foto: The Great Waveat, Kanagawa (1823-1829).

sábado, 5 de abril de 2008

Atravesando el Támesis.

Un viaje. Una ciudad nueva, todo un universo por descubrir. Dos mundos distintos, toda una aventura que pudiste revivir, descubriendo tu compañía en la ciudad.

Primera mirada; puntos blancos, luces de color en movimiento. Un nuevo idioma y un paisano vendiendo pases. Transporte público y una primera estación. Ahí estábamos todos, con tanta ilusión...

Una primera despedida viviendo entre industrias nuevas. Nuevas líneas edificadas, fábricas convertidas en museos, nuevas costumbres y muchas cosas por descubrir, tanto por asociar para inventar recuerdos que olvidar y algun día recordar y poder crear nuevas ideas, nuevos conceptos llenos de ilusiones renovadas. ¡Tantas chimeneas!

Eramos tan pocos, faltábamos tantos, que sólo podíamos estar sin ausentarnos los que vivimos. Siempre algo que decir y mucho por escuchar, tanto por aprender, por ver -tanto-, que no podremos recordar.

Días cortos a pesar de tanta luz, a pesar del tiempo que quiso ausentarse unas horas.

Mirando atrás hoy no puedo olvidar lo que caminamos, lo que corrimos por no correr, por disfrutar un día más a vuestro lado, por conocerte un poco más sin esperar nada nuevo y descubriendo universos encubiertos en una mirada cierta, que no se olvida.

Gracias por descubrir. Gracias por existir, por no olvidar y recontar mañana lo que un día fue así.


Foto: "Don´t Stop" Zerepica_n. London 2008.

viernes, 7 de marzo de 2008

Sin verte al pasar.

Hoy podría decirte que estoy cansado de todo eso. Que me pesan los ojos cuando miro esa cara.

Podría inventarme unas letras, sólo, sentándome ante un teclado, o con mi pluma junto a una almohada. Y veo el tiempo que pasa y el recuerdo que queda, y no consigo levantar la cabeza porque pienso y lo olvido, porque miro y no veo y porque quiero y no siento.

Tendría tiempo de vivir con un nuevo viento. Saldría vencido al pasado sabiendo que no cambiaría nada sólo por no estar agotado. No queda ya más que el silbido oculto del oleaje que imita el silencio perdido de un tiempo que hubo. Y pienso y olvido, y miro y no veo, y quiero y no siento.

Habría más tiempo para escuchar el pasado, muchos instantes de que hablar. Leería y como si nada. Pero queda todo en el espacio que nos mira, sentado y solitario, escuchándonos hablar. Pero me pesan los ojos sin poder ver, sin poder sentir, intentando olvidar.

Tremenda enormidad que oculta la llave del olvido. Embebido en el tiempo, perdido en su espacio ignorándolo todo y pudiendo intentar recordar agotado esa mirada que queda o ese silencio que hubo.


viernes, 22 de febrero de 2008

Leyendo.




Y leía y no podía parar de leer. Leía un texto primero y seguía leyendo. Primero uno, muy lento y se paraba y releía. Seguía el curso natural de las letras que son palabras; leyendo frases como mirando al infinito. Y no podía -aunque el tiempo apremiara-, más que seguir su lectura. Más letras y más palabras, miraba frases como quien escucha el silencio de la lluvia al caer, como quien fuma y observa el humo que desprende, como quien huye en silencio disimulado. Así era y espera que no siga, porque se teme, porque se huye. Aparece así el tiempo lento que discurre por sus sueños incomprendidos. Taciturno por su lenguaje que le crea en la oscuridad una templanza escasa que no llega.

domingo, 17 de febrero de 2008

Tiempos de humo.

Entre tanto estuvo observando la oscuridad que le hizo recordar aquella luz que cegaba sus ojos al despertar. El humo que pendía de sus labios, tan fino, podría hacerles pensar que aquella era la silueta esbelta que un día pudo ser. La tarde había ya acabado y no quedaba más que esperar a que aquel sueño regresara, haciéndose rogar, pero llegando. Mañana se verían y no podría contar lo que echó de menos su compañía. Sufriendo con ese olor manando de la boca, tuvo que regresar a la esperanza de quien se sabe herido. Y no tuvo más dolor que la ausencia de algún rostro. Todo eran sombras a su alrededor y no podía. Recordaba aquellos tiempos en que podía levantar hasta una viga atada. No sabía por qué le temblaban hoy las rodillas, ni por qué ayer. Sólo sabía que hubo un tiempo en que la oscuridad no estaba y la tarde no se olvidaba de recordar un humo viejo que le llegaba. No había ausencias, ni oscuras compañías que robasen toda esperanza. Todo era vida, todo esperanza, sólo sabía que antes no se conocía.


lunes, 4 de febrero de 2008

Más allá de sólo un recuerdo.

Te sorprendería saber todo lo que vi, todo lo que conocí, todo lo que retraté. Jamás pude soñar ni tanta multitud, ni tanta tradición, ni tantas miradas de las que aprender. Viví en el extrangero y fue un mundo distinto donde volver a nacer, fue toda una oportunidad, una vida que comenzar un sueño del que despertar. Descubriendo cómo amanece de primera mano o qué es sufrir o qué soñar, vivi una guerra, sobrevivi una noche. Corriendo pude ver la inocencia desvergonzada y la silueta de un cuerpo sin vida que tiene prisa por no quedar solo. Conté la suerte de una vida rápida y triste. Conté el vacío de una noche olvidada y no quise irme sin recordarmi salto infinito cuando no tuve nada.

Te sorprendería saber todo lo que aprendí en tu ausencia. Y más lo harías si te contara que olvides los sueños de multitud que jadea, y las tradiciones que viven ya muertas, y las miradas; que aprendas de aquello que no dice nada, que sufras lo que tengas y vivas y sueñes -sin prisas, sin miradas al infinito-, y mueras sabiendo de dónde has salido.


Beyond painting, Zhong Biao 1999.

martes, 29 de enero de 2008

Y llegará el treinta y uno.


Yo también me hago a veces esa pregunta. Es incómoda e incluso injusta cuando nos visita. Pasar de largo es lo más fácil sin afrontarla en el momento. Olvidarla es darla más vida para el futuro. Recordar que ya fue enterrada atemoriza tu mirada.

Yo también me hago a veces esa pregunta y la he dejado pasar de largo. La he olvidado y la he visto renacer con más orgullo. Entonces recordar que la creí muerta me ha carcomido en las entrañas. Dudar así no deja indiferente.
Hoy también me he hecho esa pregunta. Entonces he recordado esas perlas que provocan mi sonrisa y luego que preguntes qué me hace gracia y yo te diga que me siento feliz y es porque olvido así esa injusticia incómoda que me visita, para que luego -cuando te has ido-, me golpee de nuevo por haber sido enterrada sin afrontarla en tu mirada.

viernes, 25 de enero de 2008

La tele hizo pensar una vez a Gato.

Gato estaba sentado en el sofá de su casa. estaba mirando la tele, pero no la veía. De pronto pusieron un anuncio y pensó...






¿Podrías imaginar un mundo sin tiempo? Sin el pasado no existirían esas cargas, ese querer olvidar, ni esos recuerdos sombríos o alegres que inundan al anochecer.

Sin tiempo no existiría futuro que esperar, ni miradas que desear, no habría sueños ni despertar.
Sin tiempo no habría orden, ni actividades. No habría frío, ni luna, ni cielo con nuves que ver pasar. No habría espacio, ni voz para chillar. Sin tiempo todo sería un no terminar.




Sueño que pierdo antes de despertar; que miro al cielo, sin poderlo mirar. Sueño que oscurece. Se que es un sueño que jamás olvidaré. Sueño que sueño y que no puedo despertar.

Miro este tiempo y no sé qué puedo pensar, si sueño despierto o no sé si es el mirar. Sueño que encuentro en el tiempo dormido, mirando hacia el cielo, un no tener que esperar.

Brindo porque el tiempo no acabe ni la lógica lo haga al empezar a soñar.

sábado, 12 de enero de 2008

En su busca.

Oculta la identidad o no descubierta. Millares de miradas -imposibles estadística inquieta, que anochecen cada día. Pudiera ser que ande oculta o que aún esté encubierta. Quizás teja y desteja en la espera o sólo mire andares u observe apariencias.


Estuvo inquieto. Hoy está en calma y reflexiona la espera tan ansiada. Hoy mira su reflejo en el pasado y comprende. Se nutre en la experiencia e intenta asimilar, quizás sólo unos años. Recuerda aquel tiempo inseguro del destino y logra atisbar esa inocencia dolente del tiempo pasado. Hoy mira su futuro y sin prisa sabe que estará el coleo en otra espera.

El tiempo o el destino. Discurre ausente de un viento nuevo, que sabe el peso que encontrará sin huir tan sólo un nuevo día.

¿Podrá esa dicha aparente estar muerta? ¿Será el olvido? Quizás la suerte arrogante de lo vivido.

Ante el desierto dormido y la cadencia perdida, resurge nueva una puerta en el camino. Pudiera ser temido ese destino, aunque sea en todos los sentidos.