viernes, 31 de agosto de 2007

Una puerta al pasado que se entorna.

Añoranza. No, esa no es la palabra. Son sólo recuerdos de una noche. Una noche como vivió tantas. Una noche que empezó como muchas otras que hubo antes, y que no volvieron nunca más. Una noche que cambió una vida... Regresa ahora a su mente. Son sólo recuerdos, recuerdos de una fría noche de diciembre.

Fe helada en el tiempo, de camino a su casa recordando aquellas sabias palabras de un escritor francés, en boca de otro hombre de mundo, en la más absoluta oscuridad. Aquellas que dieron alas para que, adormecido, pudiera empapar con sus labios las melosas nueces preparadas con amor.



Un blanco coche con tarifa nocturna. Directo al jaleo, confusión y luego silencio. Una semana intentando olvidar el pasado, tumbado, escribiendo y sin ganas de leer. Música en la blancura, una estampa con toledanos; cuestionando la vida, esperando dar más vida. Vías, tubos, olor a suero. Fríos recuerdos de un diciembre como otros muchos, muy distinto. Recuerdos que dormidos resurgen como lejanos, sin que los quiera rememorar. Añoranza de una tintada noche de diciembre que no deseaba revivir, que pasó y que no puede olvidar, que supuso un giro, que truncó una vida, marcándola para siempre.

Ahora aprende a distinguir entre la magia soñada y la mirada de su silueta. Recordar sus palabras con ese acento latino que no hubiera escuchado jamás. No se si mereció por eso la pena, porque esa tumbada semana, truncó un camino soñado que hoy añora y que nunca ya más será. Recuerdos, sólo son recuerdos de un pasado anterior, ya lejano, que casi olvidados ayer venían a su mente. Recuerdos fríos, tenues recuerdos. Sólo eso, una dura transgresión de lo vivido y de lo soñado. Sólo eso, recuerdos de un presente ya olvidado.

miércoles, 29 de agosto de 2007

El por qué de «Gato».

Gato sabía muy bien de la importancia de los «por-qués». Saber el «por-qué» de algo, te ayudaba a comprender la esencia del misterio. Todo siempre tiene un misterio -decía-, y resolver ese misterio es tan sencillo como averiguar su «por-qué». Gato recordaba muy bien el día que descubrió el misterio de los alfileres. Gato se preguntó «¿por-qué-los-alfileres?». Se pasó toda una mañana de julio observando coser a su abuela. Veía que antes de coserle el dobladillo de los pantalones a su hermano Miguelón, le ponía unos alfileres en la tela, mientras le decía todo lo que había crecido y estás dando el estirón, hasta dónde piensas llegar y también, te darás con el marco de la puerta o cómo se le pueden haber quedado cortos los pantalones nuevos a este chiquillo. Ese día Gato descubrió la esencia del alfiler. El alfiler tiene una punta que pincha. El alfiler es delgado, firme y cabezudo. El alfiler es muchas cosas y cada una tiene su «por-qué». Así todos esos «por-qué-s», conjuntamente, formaban la esencia del alfiler.

Por todo eso, lo primero que hacía Gato al comenzar las clases después del verano, era contar a sus nuevos compañeros el «por-qué» de Gato. Su nombre era Francisco, le llamaban Frank, pero sólo sus amigos del barrio le llamaban Gato. Gato era muchas cosa, pero muchas de las cosas que era Gato, también lo eran Tomás, Miguelón o el Largo. Por eso la esencia de Gato nunca sería un misterio, sólo había que averiguar el «por-qué».

sábado, 25 de agosto de 2007

Día a día.

No es de mi vivir de lo que te hablo.
Ni siquiera es mi querer el que te mira.
Es mi desear el que desea,
que estar siempre a tu lado quisiera.

Que te miro.
Que te observo.
Que no puedo decir nada.
Que deseo tener alas.

Un día te hablé.
Un día te miré.
Pero hoy sólo te deseo.
Hoy solo, ya no puedo.

Es en mi vivir donde quisiera
que no fuera el desear el que te mire,
sino el amar el que dijera:
vuelo con tus alas, mi poema.

Foto: La Creación. Miguel Ángel

jueves, 23 de agosto de 2007

Gato, cuentacuentos.

Un cuento moderno nunca puede empezar por «Había una vez...». Esto era lo único que tenía claro Francisco. Francisco, Frank -que era como le llamaba todo el mundo, excepto sus amigos del barrio, donde siempre sería Gato- sabía que de mayor sería escritor de cuentos y que ninguno empezaría por «Había una vez». Escribir cuentos -decía- es algo fantástico. Escribir cuentos supone abrir los ojos de aquí adentro y contar todo lo que ves. Narrar aventuras insospechadas, contar cómo un capitán marino puede salvar al mundo de un pulpo gigante. Narrar una batalla en primera persona. Hacer sentir que cualquier aventura puede ser real. Por eso si cuando cuentas un cuento empiezas por «Había una vez», o peor aún terminas por «...y comieron perdices», ya la has fastidiado. Así no se lo creerá nadie. y tu capitán dejaría de ser un héroe, y ningún niño con dos dedos de frente podría creérselo y entonces no se pasaría toda una semana jugando con el pulpo que podría ser, sin ir más lejos, cualquier cabo del puerto. Lo de los dos dedos de frente se lo había oído a Tomás. Tomás era su «mejor-amigo». Tomás tenía un papá muy diferente al de Gato. Tenía un trabajo muy importante y de vez en cuando soltaba ese estilo de frases. Frases como «tener dos dedos de frente» o «el menos común de los sentidos es el sentido común», eran frases que Gato sólo había escuchado a Tomás. Tomás decía que en la vida sólo triunfaban los que tenían dos dedos de frente, y que esto era así porque el menos común de los sentidos era el sentido común. Era por eso que Gato comprendía por qué tantos otros antes habían cometido el error de empezar sus cuentos por «había una vez..» y los habían terminado por «...y comieron perdices». Dos dedos en la frente no los tiene cualquiera -decía-.

viernes, 17 de agosto de 2007

A ti.


Ennio Morricone - Playing Love (BSO novecento, 1976).
A ti.
Tú no eres un sueño, lo sé.
Tú no eres un sueño porque
Sólo cuando me olvido de ti
Consigo dormirme agotado.

¿Qué hacías aquel veintidós en el pasillo?
Te lo diré. –Me mirabas.
Mirabas mis ojos que no pudiste evitar.
Me observabas mientras subía las escaleras hacia ti.
-Un paso, dos...
cada vez más cerca de ti.
-Tres, cuatro...
mis ojos te preguntaban qué tal te va;
me he fijado en ti; yo ya sé tu nombre;
...tonterías.
¿Deseabas decirme...?
-Cinco, seis...
demasiado
cerca, demasiado
tiempo. Incluso para una mirada (pasos...).
Demasiado tarde. Apartaste la vista. ¿Me amaste al menos
un segundo?
Yo sí te amé. Un segundo, pero te amé.
Luego te olvidé.
Yo aún te amo. No te puedo olvidar...¿Por qué te has ido?
¿Me has olvidado? Yo aún te amo.

Perdí mi oportunidad. Ya no te veo cada día.
-Ahora desearía, querría...

...deseo, quiero.
Saciarme de tu semblante al despertar.

Desde aquel lunes de examen
no te volví a ver.
Gracias por ese «hola» que
me dijiste ayer.

Puddle, M. C. Echer



jueves, 16 de agosto de 2007

Lejana, pero mirada.


Mira esa lejana mirada,
mira el lucero que brilla,
parece como un sueño, en que
el viento roza tu pupila,
haciéndote un guiño su brisa
negándose a verte, con una
cara larga y triste y postiza.

Mira esa lejana mirada,
mira ahora cómo te mira,
sientes que no queda nada,
entre un ahora y un enseguida,
al ver solitaria y tan fría,
negándose a verte,
con esa silueta y hermosa y erguida.

Mira esa lejana mirada,
que como el tiempo termina
en una canción desesperada,
por pasar ahora encendida
y aún empapada en la ría,
terminará por abrasarte
o en la mar, junto a la orilla.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Seis entradas y un premio.

Ésta es la séptima, y en ella hago de jurado del premio "Thinking Blogger Award". Este premio se concede a los cinco blogs que hacen pensar o sentir a los anteriores premiados. Mucho tengo que agradecer a Cristina -autora de «Palabras de Café»-, que no sólo me animó a empezar mi blog, sino que además ha tenido a bien premiar esta bitácora, cuando no es más que un proyecto, un blog neonato. Mil gracias.

Pués leidas las bases para premiar, que más adelante citaré para los nuevos agraciados, tengo que tomar una decisión. Pensar, a mi me hacen pensar muchos blogs, pero sólo está en mi mano conceder este premio a cinco.

1.-«El Lobo Feroz». "Por la Libertad, contra la dictadura del relativismo, el laicismo y todo lo políticamente correcto. No tengamos miedo, el único verdadero enemigo está dentro: que los buenos no hagan nada".

2.-«El Puñal de Príamo». "Astuta, por las tinieblas, girando el gozne, Tisbe sale y burla a los suyos y, cubierto su rostro, llega al túmulo, y bajo el árbol dicho se sienta. He aquí que llega una leona, de la reciente matanza de unas reses manchadas sus espumantes comisuras, que iba a deshacerse de su sed en la onda del vecino hontanar; a ella, de lejos, a los rayos de la luna, la babilonia Tisbe la ve, y con tímido pie huye a una oscura caverna y mientras huye, de su espalda resbalados, sus velos abandona".

3.-«Componiendo Poesía». "Dedicado a todos aquellos que con el arte de las palabras crean belleza y a los que tratamos de hacerlo".

4.-«El blog de Mariana». "Ad nauseam".

5.-«El Chico de la Chaqueta Azul». "Algunas cosas que hacen que la vida valga la pena".

A todos ellos mi enhorabuena y mi agradecimiento por ese ayudarme a pensar cada día un poco más.

Las bases para premiar son tan sólo tres:

1.- Si, y sólo si, alguien te da el premio escribe un post con los 5 blogs que te hacen pensar.

2.- Enlaza el post original para que la gente pueda encontrar el origen del premio.

3.- Opcional, enseña el botón del premio enlazando el post que has escrito dando tu premio.

Foto: Dante Pensando. Auguste Rodin.

Cuando recibí el premio, me pregunté Si este premio lo conceden los premiados, ¿quién originó el premio, quién lo inventó? Durante algunos segundos pensé en ir retrocediendo premiado a premiado hasta que caí en la cuenta de todo lo que podría llegar a tardar, así que fuí a nuestro amigo google y se lo pregunté. Éste me envió al un blog premiado con anterioridad que ya había hecho este trabajo por mí, observando que originalmente las bases para premiar eran distintas, y que alguien las modificó. Creo que están bien modificadas, pero yo -que soy algo tradicionalista- he optado por hacer un remix, y complacer a ambas versiones.

Una vez más, gracias Cristina.

sábado, 11 de agosto de 2007

Sueños que se sospechan. Hoy sin miradas.

Cuando no puedo mirarte, no te sospecho. El otro día tú me decías lo que escuchabas y no me di cuenta. Hoy he recordado lo que te dije en aquella carta de despedida. Ahora sé que no es un amigo. Ahora comprendo. Decirte lo que no quiero escribirte, ya sé que ya no es algo que tú quieras escuchar, porque lo deseaste antes y ahora ya es tarde. Y a mi ya no me importa, ahora soy yo el que te lo quiere decir y el que tratará de hacerlo.

Chinese Dancing, 1994-1996. Brice Mardem.

Es una pena que no te tenga cerca cuando estás triste, porque entonces es cuando te arrancas y cierras el trato y lagrimeas, y gimes disimulando que no te importa. Y me dices que soy la caña y que te hago sonreír, que tonto eres y estás de nuevo contenta y sonriente o quizá disimules y a mi me reconforta que te alegres. Pero eso, que a mi me gusta, no me sirve sólo. Yo quiero que con el tiempo conozca que durante -no una noche o una mañana-, sino a lo largo de toda una vida, he logrado hacer feliz a la persona que haya tratado de tratar cerrando un trato. Para que no tenga que escribirte tus palabras ya hechas mías, ni tú tengas que decirme que ídem como un regalo, sino que entonces pueda ser una mirada la que no diga lo que nos diga, o una pausa la que estirada ya ni pronuncie lo que sepamos que nos decimos.

martes, 7 de agosto de 2007

Del vuelo. Cómo saltar sin temer pisar de nuevo la cal.

Sólo quiero contar tres cosas que he recordado leyendo un comentario de una amiga a una de mis entradas; una anécdota, una definición y un pensamiento.

Recuerdo cuando en el colegio aprendíamos a hacer el triple salto de longitud. Estábamos todos expectantes, mirábamos a nuestro profesor de educación física con atención. Era un día especial, después de dar las tan detestadas cuatro vueltas de calentamiento en torno a la pista de atletismo, ese día nos pondríamos todos juntos -ya sudorosos- en deredor del hombre del chándal, que nos explicaría junto a la línea de meta, cómo se preparaba el salto. Algunos jugaban distraídos con la arena de playa, otros miraban el vuelo de algún ave, el resto veía ante sí cómo desde la arena debíamos andar dando grandes zancadas retrocediendo para medir las distancias. Teníamos que probar en carrera una y otra vez haciendo marca con la zapatilla en la tierra negra de la pista, hasta lograr averiguar dónde debía comenzar nuestro sprint hacia la línea que marcaba los tres últimos saltos. Primera carrera, primer salo y hemos sobrepasado por mucho la línea. Desandamos lo corrido volvemos a la marca, hacemos una nueva más cerca. Segunda carrera, segundo salto, y esta vez nos quedamos cortos. Desandamos –mirando hacia atrás-, volvemos a la marca, comparamos las dos anteriores y, recordando cuánto nos pasamos la primera vez y cuánto nos quedamos cortos la segunda, hacemos una nueva marca en el suelo. Tercer intento, cuarto, quinto, los que hagan falta. Esto me gusta, voy mejorando. Ahora que tengo la marca definitiva habrá que probar hasta lograr volar como nadie. Un salto dos saltos, tres saltos...

La definición también la aprendí en el colegio. Estudiaba octavo de EGB, era el primer día de la clase de historia. El profesor nos dictó: «Historia es el estudio del presente, a través del pasado».

Unos años más tarde me pregunto rememorando, cuántas oportunidades nos dará la vida para lograr volar como nadie. ¿Tendremos tan sólo una? Quizá sea así, de momento miro hacia atrás y cuento los pasos. Vuelvo donde empecé, hago una marca de salida nueva y vuelvo a intentarlo. Quizá cuando llegue a la arena me haya quedado corto o quizá haya pisado la línea de cal, pero en cualquier caso saltaré de nuevo, las veces que hagan falta...

...las veces que hagan falta, hasta lograr hacer historia.

jueves, 2 de agosto de 2007

Estamos en agosto, sólo puede ser eso.

Porque ningún pie me señala, porque ninguna mirada ya me habla. Porque el tiempo pasa cada vez más lento cada noche y el día queda entero ya vacío. Porque cuando hablo ya ni me escucho y cuando pienso ya no digo. Porque espero que me hables y me digas cada día, porque la bandeja de entrada esta vacía y no tengo su mirada.



Sun and moon. S. C. Escher