lunes, 6 de diciembre de 2010

Magnificent

Magnificent
Magnificent
Magnificent
I was born
I was born to be with you
In this space and time
After that and ever after I haven’t had a clue
Only to break rhyme
This foolishness can leave a heart black and blue
Only love, only love can leave such a mark
But only love, only love can heal such a scar
I was born
I was born to sing for you
I didn’t have a choice but to lift you up
And sing whatever song you wanted me to
I give you back my voice
From the womb my first cry, it was a joyful noise…
Only love, only love can leave such a mark
But only love, only love can heal such a scar
Justified till we die, you and I will magnify
The Magnificent
Magnificent
Only love, only love can leave such a mark
But only love, only love unites our hearts
Justified till we die, you and I will magnify
The Magnificent
Magnificent
Magnificent

U2, Magnificent (No Line On The Horizon 2009).

jueves, 16 de septiembre de 2010

Nada.


Sería un error concluir que no tiene valor que dé quien tiene, por sí tenerlo que dé quien no tiene nada. Pues tiene menos valor que quien no tiene nada, no de lo que tiene. Esto es, que por ejemplo -pudiendo-, no usara su no tener nada, como argumento para que el que tiene algo, lo dé, y menos si aún sabe que puede hacer esto.


De hecho, nadie podrá darle menos valor al que teniendo, no da, si el que no tiene nada, no le animase a que dé todo lo que tiene; ni tampoco si al que no tiene nada y no da, nadie le enseña que aún no teniendo nada, todavía podrá dar todo lo que tiene.


Porque podemos dar más tengamos o no tengamos nada; ya que al final, y con todo, siempre podremos dar hasta que nos tengamos en nada.
Foto: Cara norte del Monte Everest.

sábado, 30 de enero de 2010

Ten cuidado con lo que deseas.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Instantes.

L´abbracio. Gustav Klimt (1862-1918).

Cotidianeidad, ese concepto estético de la esencia de lo constante, ordinario y sin valor prestado, que está ausente en nuestra mente hasta que se rompe y se echa en falta por su ausencia inesperada.
Infravalorada. Infravalorada cuando se tiene, pero también cuando se espera. Si la esperas, no la deseas y cuando la deseas es porque la añoras, al ver cómo se va o al recordarla cuando se ha ido.
Es ese ritmo. Son esos gestos, esas señales de que no ha cambiado nada, de que todo está en su sitio.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Para ti.

Andres Calamaro - Tengo Una Orquidea.

martes, 14 de julio de 2009

I would prefer not to.

Sonreirte en pleno metro de Madrid leyendo la trigésimo primera nota a pie de página de un libro compuesto sólo, exclusivamente por anotaciones a pie de página, podría parecer sorprendente. Pero en realidad es más sorprendente aún que ellas hablen exclusivamente del silencio y de su necesidad cada día más recurrente en un mundo en el que a pie de andén -en la escalera al vestíbulo del metro-, se forman dos colas; la de los que quieren llegar a la salida sin subir un escalón y la de los que quieren subirlos todos aunque ésta los transporte hasta arriba sin exigir a cambio ningún esfuerzo. Del silencio, porque quiero y no porque no sepa, se me haya olvidado o por cualquier otro motivo distinto al silencio por el silencio, sin buscar reivindicaciones con ello, ni privacidad, ni ausencia. Ni siquiera por probar a qué sabe el no. Y todo esto, dicho a gritos anotados en un pie de página que comenta un texto que en su silencio de libro no escrito, no dice nada como manera de decirlo todo. Por conocer la imposibilidad de hacer un arte superior y tan sólo poder reconocer una cierta aristocracia en el alma. Aristocracia inmejorable cuando ésta encuentre su silencio definitivo.
Imagen: Última instantánea tomada a Jerome David Salinger en New Hampshire.

domingo, 5 de julio de 2009

Días azules.

Igual que sé que el hielo es frío, que el agua empapa la tierra que se humedece, e igual que sé que el cielo es gris cuando hay tormenta y azul si brilla el sol, también a veces veo cómo el cielo enrojece o al suelo encharcarse.

Contemplando ese café de verano veo desaparecer un hielo que se disuelve mezclándose como un salmón, pero frío él y me pregunto qué hará más hielo al hielo; si su temperatura, su dureza o la cristalización perfecta que transparenta. Porque si pienso en frío, pienso en el hielo; si pienso empapado, sé que es de agua; y si pienso en gris, se que hay algo que me atormenta y que vendrán tiempos mejores en que brille el sol, que derretirá todo, empapando todo denuevo de un azul intenso y alegre, igual que el agua que se enfría cuando llega el invierno.


El hombre de la Luz, 2007 Bernardi Roig.
Escultura en resina de poliéster y luces fosforescentes, 180x40x38 cm.

jueves, 11 de junio de 2009

Aparte.


Retenido en otro mundo. Encerrado, pasaba las páginas; inmerso, necesitaba saber. Se escapaban los segundos, los minutos. Una estación y otra. Ya no levantaba la vista para ver dónde me encontraba. No importaba, sólo quería seguir en aquel mundo.
Segundos por línea, milésimas por palabra que alimentaban y nutrían mi hambre de aventuras. Me movía, como movía mis dedos que -humedecidos-, pasaban de escena. Movía mis labios con sonrisas cómplices, movía mi tiempo que terco, no quería abandonar su carril. Movía mi vida. Mi vida en el tren donde -leyendo-, dejaba de verte a ti, compañero de viaje.

domingo, 31 de mayo de 2009

Río revuelto.



El Salmón, 2.000. Andrés Calamaro.

martes, 12 de mayo de 2009

Adiós Antonio.

Una décima de segundo. Actuación de Antonio Vega (Nacha Pop) en el programa de TVE La bola de cristal en 1985.

miércoles, 6 de mayo de 2009

De barrio a barrio.


Madrid. Calle Sacramento.

Por lo general vivo cabreado con la vida, aunque no se lo hago ver. Sólo la veo cómo se pasa. Aún me recuerdo sentado en aquel café viendo pasar los minutos, sentado en la barra sin pagar el cortado del que sólo quedaban ya posos; terminando ese párrafo escrito que dejé a medias por llegar mi parada, con un piti encendido y un trago de agua en un vaso se tubo entre los dedos de la otra mano, sin esperar nada de ese nuevo día.

Y es que algo no va bien cuando el mecánico del taller que hay junto a tu oficina -el que desayuna a tu lado sin cruzar palabra-, se transporta en metro de un barrio a otro de tu ciudad, cada mañana, cada medio día y cada atardecer.

Ya ni siquiera vivo esperando una señal. Ahora símplemente vivo como lo hace un almendro, o no, quizá distinto. Puede que sea eso lo único que espere, poder perder la libertad para no tener que volver a elegir y -entonces sí-, poder vivir como un almendro.

martes, 5 de mayo de 2009

Escondidos.


Los carpinteros. El ojo caleidoscópico.
Exposición "El ojo caleidoscópico. Colección de arte contemporáneo Thyssen-Bornemisza"
Museo Mori Art de Tokio, Japón.

En tu sombra -que es mi luz-
encontré el calor resplandeciente,
dulce consuelo de mi mente.

Luz que siento a veces ver
y que no verla siento a veces

Tú, que reflejas mi locura,
locura sorda, oscura y fría
que atrae y contagia toda mi vida.

Luz que siento a veces ver
y que no verla siento a veces.

¿Dónde te has metido
luz calurosa, resplandeciente, dulce consuelo de mi mente,
luz que siento a veces very que no verla siento a veces?

viernes, 24 de abril de 2009

El Arriero.

En las arenas bailan los remolinos
el sol juega en el brillo del pedregal
y prendido a la magia de los caminos
el arriero va... el arriero va...


Es bandera de niebla su poncho al viento
lo saludan las flautas del pajonal
y guapeando la senda por esos cerros,
el arriero va... el arriero va...


Las penas y las vaquitas,
se van por la misma senda;
Las penas y las vaquitas,
se van por la misma senda;
las penas son de nosotros
las vaquitas son ajenas
las penas son de nosotros
las vaquitas son ajenas.


Un degüeyo de soles muestra la tarde,
se han dormido las luces del pedregal,
y animando a la tropa, dale que dale
el arriero va, el arriero va...


Ojalá que la noche traiga recuerdos,
que haga menos pesada la soledad,
como sombra en la sombra por esos cerros,
el arriero va, el arriero va...


Las penas y las vaquitas,
se van por la misma senda;
Las penas y las vaquitas,
se van por la misma senda;
las penas son de nosotros
las vaquitas son ajenas
las penas son de nosotros
las vaquitas son ajenas.


Y prendido la magia de los caminos,
el arriero va, el arriero .... va...

El arriero. Andrés Calamaro (El Cantante, 2004).

domingo, 19 de abril de 2009

Lo que fuimos.

Pasábamos las tardes hablando y jugando al mus mientras los mayores hablaban de lo bien o mal que pintaban los tiempos, de lo fácil que hubiera sido ganar aquella mano o apostando por el pleno al quince que se avecinaba esta semana y que cada domingo -este sí-, les haría ricos a cada uno de ellos. O al menos era eso lo que aseguraban sin dudarlo cada uno y sin haber alcanzado a jubilarse nunca, pero con la misma ilusión de siempre, cada semana, ante la llamada de un éxito tan seguro como próximo.


Los muchachos y yo no es que lo pasáramos bien, simplemente pasábamos las tardes. Cuando íbamos a bailar era distinto. Entonces ya no éramos parejas enfrentadas con los piques de siempre, sino una única masa que se divertía bailando un rato mientras cansaban sus cuerpos universitarios resabiados a base de convocatorias que no se acababan de agotar, mientras cantaban la canción de moda, con una sola copa por noche -muchos días ni eso-, a fin de que alcanzaran los durillos para poder ver la champions también reunidos aguantando los dientes cada primavera. Los que éramos del Madrid vivíamos esas eliminatorias con especial intensidad. Nunca terminábamos de conquistar la séptima. Años más tarde, poco después del noventa y ocho, Héctor -acérrimo atlético con cada una de las connotaciones que ello conlleva-, aseguró que el padre de un colega de la facultad, era juez de no sé qué estamento federativo y le había dicho entre copas en la sobremesa un domingo, que ahí decidían quién ganaría la liga, la copa y demás competiciones nacionales. Que en Europa era distinto, que ahí era más complicado porque lo decidía otro comité. Decía que fue unos años antes y le había dado los nombres de ese año. Sólo falló en el campeón de Champios que perdió la final, era excusable, lo decidían otros.


Con el tiempo y la escasa e imprescindible experiencia que uno puede llegar a acumular en unos pocos años más, uno cae en la cuenta de todo lo que valoramos la pela. Mucho más incluso, que cuando cualquiera de los muchachos alargábamos la copa hasta no dejar ni un hielo con la esperanza de poder dar un último trago justo después de acabar con el solitario piti que quedaba en la guerrera gris.


Templo de Debod. Madrid. Erigido bajo el rey egipcio Ptolomeo IV Filópator hacia 200-180 a. C.

sábado, 11 de abril de 2009

En la sombra.


Ofelia, 1852. John Everett Millais.
Soy sembrador de palabras prohibitivas. Vivo sembrando sombras y viendo cómo caen gigantes. Vivo de tu sonrisa y siembro siempre a largo plazo. No duermo sin regar antes, ni siembro si tú estás dormida. Aro para preparar la tierra que aún se encuentra en sombra y un día -cuando no lo esperen-, pueda ser su fruto el que me de cobijo.

La gota que hoy cae de la frente, será alimento ensombrecido, que un día sin que lo merezca, sea riego de la esperanza ya perdida. Y cuando creas que te he olvidado, recuerda que siempre siembro a largo plazo. Olvida ya esos cantos de trompeta y regresa con tu farola encendida. Alúmbrate ese rostro cautivo para que sepan todos cuál es su camino.

lunes, 6 de abril de 2009

El último gran gladiador.

Jugar con fuego. Honestidad Brutal, disco 1. Andrés Calamaro 1999.

miércoles, 1 de abril de 2009

Levedad en Madrid.

Ven a mi Madrid. Ven con tus calles. Ven con tus sombras. Ven a mi Madrid.

No olvides tus farolas negras. Ni tu silencio siempre ausente, ni tus claros atardeceres de aquellos lentos veranos que aún retengo en mi retina.

Ven a mi Madrid, no me abandones.

Ven ahora que te necesito. Ven y no vuelvas a dejarme. Porque te añoro y no consigo olvidarte.
Porque necesito tu tensa mirada fija en los cafés ahumados de tus barrios. Porque te siento tan cerca...

Ven. Tampoco olvides los escalones grises que te multiplican bajo el suelo. Ni el oscuro cielo que te tiñe bajo la noche -no, no me prives de él-. Traéte tu duro asfalto que cubre la tierra que otros pisaron. Trae tu humo denso de la ciudad y tus aires de jardines y la fresca y suave brisa de tu sierra.

Ven a mi, Madrid, no me abandones. Ven y muéstrate a mí, tal como eres.




Cúpula de Príncipe Pío. Zerepican 2008.

viernes, 13 de marzo de 2009

Recorridos.

En el comienzo. Kiefer, Anselm 2008.
Óleo, emulsión y plomo sobre papel fotográfico.


Camina por la calle ancha. Mira al frente y desciende por la vía hasta aquella plazoleta. No dejes de pensar y atraviesa el parque. Cruza la calle, está ahí. Bastará con una mirada. Quizá ahora puedas continuar tu camino. Sólo te quedará descubrir en lo alto de la complicidad una fría noticia que te lleve al cielo, que venga hacia a ti o distraiga tus sentidos en la penumbra del abandono más liviano.

Sube al bus. Sólo unos minutos más atravesando la avenida que te destierra. Mira cómo se desangra ahora la noche oscura que por fin cobra sentido y te permite respirar al compás de las ruedas que acarician el asfalto.

Cuando te apees y decidas retomar a pié tu camino no necesitarás más velocidad. Podrás alejarte lenta pero decididamente despojado de toda culpa. Ya no te inhibirás frente a esa duda hoy quebrada ¡Estarás tan cerca! Casi podrás tocar con los dedos la realidad.

Cuando camines por la calle, quizá puedas lograr averiguar cuál es la dirección que te muestre el final de la carretera, donde ya no se puede ver el océano. Donde se pierde la inmensidad de la noche fría.

Puede que lo vuelvas a hacer y repitas aquellos recorridos monótonos de cuando todo no era en realidad nada. Incluso puede que llegues algo más allá y olvides a qué supo el fracaso.

domingo, 22 de febrero de 2009

Frutos secos.

CARBóN Y RAMAS SECAS (ARENA EN LOS BOLSILLOS).
MANOLO GARCÍA.
.
Sírvete entre tanto
lo que te apetezca.
Redimirte quiero,
más sin sobresaltos.
.
Sobre los tejados se escapa la tarde,
humo de un cigarro que fuma Gardel.
En el dulce licor que me hiere salvaje,
en los garabatos que hago en el mantel.
.
Y esperaré, y si no vuelves,
bajo el olivo me quedaré dormido.
Esperaré por si te pierdes.
Saldrá la luna fanalico encendido.
.
Te regalo mi capa,
mi capa de color grana,
mi triste sonrisa alzada en las ramas,
en los gallardetes, en las banderolas.
yo te haré un vestido de un rojo amapola.
.
···
.
Nana del marinero, nudo de antojos,
que nadie te amará tanto como yo.
Si ahora pudiese estar mirando tus ojos,
¿iba a estar escribiendo aquí esta canción?
.
Y esperaré, y si no vuelves,
bajo el olivo me quedaré dormido,
y dormiré entre libros prohibidos,
al olvido de un tiempo que añoro,
el que viví contigo.
.
Mi caballo negro,
yo te lo regalo.
Carbón, ramas secas
al enamorado.
.
Perdonarte quiero,
más no tengo prisa.
Disculpa un momento,
que me desenredo.
.
Sírvete entre tanto
lo que te apetezca.
Redimirme quiero,
más sin sobresaltos.
.
Tuyo es el triunfo.
Sabor amargo
del seco fruto
del desencanto.
.
Laurel del triunfo.
Sabor amargo
del seco fruto
del desencanto.



domingo, 15 de febrero de 2009

Más datos.

Francis Bacon.Óleo sobre lienzo. 35,5 x 30,5 cm. Autorretrato (1971) Centre Georges Pompidou. París

Cómo detesto la estadística simplona cuando habla de tendencias, de aficiones, de gustos, de preferencias. Cúanto detesto encontrar en el coleo esas miradas insignificantes que quedan en el olvido por no ser numerosas, por débiles, por inocentes. Todos sabemos la temporalidad de los laureles, lo imperemnes de esas hojas que marchitan con el tiempo y seguimos creyendo en esos datos estadísticos que nos muestran lo que quieren. Son como un estado de ánimo que nos inunda y nos posee, como cuando olvidamos que sólo es que cambió el tiempo y que esa mirada no va más allá de esa mirada.


Están bien cuando nos vemos ahí, en lo más alto y te sabes fuerte por estar rodeado, quizá olvidando que será marchita la gloria. Y cuanto más alto te lleva ésta, más tarde eres consciente de que son sólo números sin significado por estar corrompidos desde que son únicamente idea. Pero te miras te gustas y te enmudeces en un silencio vacío que no aporta nada. Mucho ruido, mucha suerte, mucha gente y luego todo queda hueco. Soledad que sigue a la gloria.