sábado, 20 de septiembre de 2008

Matar al Cartero.

Matar al Cartero, Pereza.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Haría mejor en callar.

Haría mejor en callar, en no levantar la voz. Así entre silbidos, como si no lo dijese nadie. Sería una buena manera de darte cuenta. Sería un detalle que lo pensases, aunque sólo fuese una vez, un instante, a solas contigo. Cualquier día, hoy o mañana, no me importa. Sólo necesito que lo pienses una vez, que dudes y te preguntes qué quieres.



















Siempre he visto rostros desconocidos y me preguntaba dónde estarías. Si tú también buscarías, si te habrías perdido. Piénsalo, sólo un segundo, aunque ya no sigas leyendo, piénsalo una vez, al menos una.

Hasta hoy han sido muchas caras, muchas calles solitarias y vacías, repletas de multitud jadeante y ahí -hasta hoy-, he buscado. Sueños de noches, de muchas noches y muchos días; y ahora quiero saber si te he encontrado, aunque tú aún no lo sepas o quizás sí lo intuyas. Agrandarás un día un mundo y quiero que sea este. Porque lo creo, porque nunca supe cuál era y hoy sé que aun pudo ser temprana la espera.

Haría mejor en callar, en no resonar insistente. Sé que haría mejor en no decir nada y por eso sé que no lo digo, aunque tú creas que lo habré dicho y no pienses en que te estoy buscando. No sé si quisiste ser aquél acento que me dejé olvidado. Pudiste ser ese reflejo que un día conocí, pero el tiempo y tú me dijiste que no, que no lo eras, no.

Haría mejor en callar como calla quien no añade nada, pero no quiero. Las calles aparentan tener cada vez más, y están más huecas, y no pararé hasta encontrar tu eco. Sería tan fácil que tú también buscases, que mirases en silencio y no dijeras nada y lo dijeras todo, como a cámara lenta, como la manzana que estalla despacio en una milésima de segundo, pasando desapercivida.

Como mostrando tu viejo pañuelo de cachemir que me hiciste recordar en tus palabras mostrando un pasado y no callase, que no fuera un rostro desconocido en una calle vacía, aunque lo pensases en silencio sin que resonara en voz alta por culpa de unos silvidos. Así sería mejor que callásemos diciéndolo todo y pensándolo en voz alta mientras se escapa el humo de un nuevo cigarro.

Bala pasando a través de una manzana,
Harold Eugene Edgerton (Fremont, 1903- id., 1990).

viernes, 12 de septiembre de 2008

Luces y claros.

Cuando no son los colores los que alumbran,
ni tampoco las miradas las que brillan,
corren tiempos escasos de alegría
que inundan las paredes de la vida.

Cuando faltan luces en la luna y no ve nada quien camina,
cuando se acerca la noche y se marchita el día,
comienza el tiempo lento que nos enfría.

Corrió la lluvia dibujándolo todo.
Llovieron días que tintaron con sus gotas los campos, todos llenos de alegría,
pero también fueron ellos quienes gritaron que además, de tragedia
están pintados nuestros días.



La despedida de Héctor y Andrómaca (Giorgio de Chirico, 1917)