martes, 29 de enero de 2008

Y llegará el treinta y uno.


Yo también me hago a veces esa pregunta. Es incómoda e incluso injusta cuando nos visita. Pasar de largo es lo más fácil sin afrontarla en el momento. Olvidarla es darla más vida para el futuro. Recordar que ya fue enterrada atemoriza tu mirada.

Yo también me hago a veces esa pregunta y la he dejado pasar de largo. La he olvidado y la he visto renacer con más orgullo. Entonces recordar que la creí muerta me ha carcomido en las entrañas. Dudar así no deja indiferente.
Hoy también me he hecho esa pregunta. Entonces he recordado esas perlas que provocan mi sonrisa y luego que preguntes qué me hace gracia y yo te diga que me siento feliz y es porque olvido así esa injusticia incómoda que me visita, para que luego -cuando te has ido-, me golpee de nuevo por haber sido enterrada sin afrontarla en tu mirada.

1 comentario:

Alucard dijo...

Esconderse tras la mirada de la indiferencia, que siempre voltea cuando habla, suele arrastrar un deseo vago de congraciarse con el resto, pero deja un vacío en aquél que se ha dado cuenta que ya es tarde para arrepentimientos, o para voltear la cara a eso que nunca busco.