martes, 5 de agosto de 2008

Silencio, lo oyes?

Todo parecía haber enmudecido. Quizás fuera sólo una apariencia, pero el silencio que se escuchaba parecía algo más que silencio. Fue creciendo poco a poco. Primero fueron las voces que se callaron. Luego fue la música propia de la naturaleza. Callaron las alondras, los pinzones y los gorriones. Les siguieron unos gatos hambrientos que maullaban al son de unos tacones que se alejaban. La lluvia dejó de caer y al poco, silenció su voz el viento. Todo estaba entonces en calma. Permaneció un instante inmóvil por no romper él la calma. Disfrutó unos segundos, casi llegó al minuto antes de que su torpe garganta carraspease. Entonces conoció la grandeza de aquella ausencia no soñada que traería consigo la calma mientras no fuera ni tan siquiera él quien la ahuyentase.



Todo parecía haber enmudecido y fue así como aprendió a escuchar lo que realmente merecía ser escuchado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te pierdo y no te encuentro, audaz, sin sentido, acallas el alma de los desnudos, los que no saben, los sordos, los mudos...empapate de tus pasiones, de tus pesares, tus mas profundos pensamientos, vive y vuela como ya lo has hecho antes y no ates ante nada, ante nadie.
Un AbRaZo