Y hacía tiempo que no escribía y lo echaba de menos. Pensaba en el recuerdo de unas letras pasadas que ya no podía volver a escribir porque ya las había escrito. Y pensaba que ya no tenía tiempo para poder sentarse ante el teclado, ni con su pluma, ni tan siquiera memorizando palabras en la calle para luego plasmarlas en el papel. Todo era como una pesadilla no soñada que perseguía su mente confusa mientras cohibían su creatividad con más y más palabras huecas que no le decían nada. Y no dejó de leer cada día, pero no podía más que leer, que no era poco, pero no le sabía suficiente. Por fin un día, tras comer, leyó y escribió algunas letras alborotadas que sin decir mucho resumían lo que pensaba, por no saber pensar en otra cosa.
sábado, 24 de mayo de 2008
Después de tanto, tan poco.
Publicado por
Zerepica_n
a las
16:51
Etiquetas: Narraciones.
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4 comentarios:
mmm... me gusta
Lo mejor en la vida llega cuando menos te lo esperas. Quizá lo peor también. El caso es que tanto lo bueno como lo malo está hecho de lo mismo, igual que los libros lo están de palabras y los pensamientos de experiencias. Si no llega la palabra adecuada, espera. Si llega, espera. En cualquier caso, disfruta.
Gracias María.
ok Cristina, te haré caso (jeje). Salu2
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