sábado, 15 de diciembre de 2007

Silenciado en la espera.

Cuánta dicha ha quedado en la mañana fría que renace cada día. Cómo son ahora esas miradas. Cómo suenan las palabras no pronunciadas y cómo saben los silencios de la muchedumbre ausente que no habla. Quizás obsesione pronunciar la silueta retirada que no huye por no poder casi ni mirarla. Puede ser que se sepa cómo gusta ausentar la torpona luz que arroja su entornada sonrisa inapreciada. Tendrían muchas letras que presentarse como si nada, para alcanzar a sentir ese lejano sueño casi inventado que no puedes lograr siquiera a sospechar en el dichoso porvenir entrelazado. Tendríamos tantas cosas que callar...




Hoy amanece casi sin querer y estamos puestos hasta arriba de sonidos que nos callan, nos ausentan y retienen como lunáticos mendigos y apegados. Sólo la presencia del silencio, nos deja sospechar la ausencia de verdad que hay en la alfombra de esos sueños incompletos aunque acabados. Sólo la luz de su mirada podría entregarnos a sus sueños que se sospechan sin diluirse y que ausenta la carga entorpecida de una retórica ganada que no puede entristecer porque se vuelva.

1 comentario:

Alucard dijo...

El silencio es el culmen de todas las verdades, de todas las preguntas, de la vida misma, aunque no siempre es el de la muerte, caprichosa y benévola consigo y con el resto que nunca se atrevieron a preguntar, por temor a ser callados. Callar es el grito más grande de agonía. Muy buen post.