viernes, 13 de marzo de 2009

Recorridos.

En el comienzo. Kiefer, Anselm 2008.
Óleo, emulsión y plomo sobre papel fotográfico.


Camina por la calle ancha. Mira al frente y desciende por la vía hasta aquella plazoleta. No dejes de pensar y atraviesa el parque. Cruza la calle, está ahí. Bastará con una mirada. Quizá ahora puedas continuar tu camino. Sólo te quedará descubrir en lo alto de la complicidad una fría noticia que te lleve al cielo, que venga hacia a ti o distraiga tus sentidos en la penumbra del abandono más liviano.

Sube al bus. Sólo unos minutos más atravesando la avenida que te destierra. Mira cómo se desangra ahora la noche oscura que por fin cobra sentido y te permite respirar al compás de las ruedas que acarician el asfalto.

Cuando te apees y decidas retomar a pié tu camino no necesitarás más velocidad. Podrás alejarte lenta pero decididamente despojado de toda culpa. Ya no te inhibirás frente a esa duda hoy quebrada ¡Estarás tan cerca! Casi podrás tocar con los dedos la realidad.

Cuando camines por la calle, quizá puedas lograr averiguar cuál es la dirección que te muestre el final de la carretera, donde ya no se puede ver el océano. Donde se pierde la inmensidad de la noche fría.

Puede que lo vuelvas a hacer y repitas aquellos recorridos monótonos de cuando todo no era en realidad nada. Incluso puede que llegues algo más allá y olvides a qué supo el fracaso.